¿Sorpresa? Sale Gertz y llega Godoy

5 de Diciembre de 2025

Claudia Aguilar Barroso

¿Sorpresa? Sale Gertz y llega Godoy

Claudia Aguilar Barroso

Claudia Aguilar Barroso

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Foto: EjeCentral

La renuncia de Alejandro Gertz Manero como fiscal general de la República no fue, por sí misma, una buena noticia. Tampoco representó un triunfo institucional. Su salida exhibió algo más grave y más hondo: la justicia estaba vacante en México. Se fue un funcionario, pero permaneció intacto un modelo de procuración de justicia debilitado, opaco y desconectado de las víctimas.
Durante años, la Fiscalía General operó sin rumbo claro, con pocos resultados y un personalismo que capturó la institución. Las cifras hablaron solas: escasas investigaciones efectivas, menos judicializaciones y un número aún menor de sentencias. Las víctimas vieron cerrarse las puertas de la coadyuvancia mientras crecían la opacidad y la discrecionalidad. La autonomía constitucional quedó reducida a retórica.

La salida de Gertz abría la puerta (y la obligación) de impulsar una reforma profunda y un proceso de designación transparente, participativo y orientado al mejor perfil. Nada de eso ocurrió. Hubo simulación, fast track (apenas seis días le tomó a la presidenta Sheinbaum nombrar a la nueva persona titular de la FGR), una lista de perfiles cuestionables y un desenlace previsible desde el inicio.

Ese diagnóstico se confirmó el 3 de diciembre, cuando el Senado ratificó a Ernestina Godoy como fiscal general para los próximos nueve años. Obtuvo 97 votos: 87 del oficialismo, 6 de Movimiento Ciudadano y 4 del PAN. El PRI votó en contra. Sus compañeras de terna no alcanzaron ni un solo voto.

Lo sorprendente no fue el resultado (anunciado desde el primer minuto), sino que parte de la oposición avaló este teatro, dándole a Godoy incluso más votos que los obtenidos por Gertz en 2019. La oposición tenía alternativas: impulsar una reforma al modelo, defender perfiles idóneos o, al menos, denunciar la simulación y votar en contra de manera unificada. No lo hicieron. Y sí, la llegada de Godoy era inevitable; pero la renuncia de la oposición a su papel crítico y de contrapeso, no.

La presidenta Sheinbaum impuso a su Consejera Jurídica como fiscal general. Con ello, se acabaron los pretextos. Hoy, la presidenta y su grupo político controlan la totalidad del aparato de procuración y administración de justicia: fiscales, policías, jueces. La 4T tiene ahora todo para garantizar seguridad y justicia. Ya no se vale seguir mirando al pasado cuando las víctimas exigen respuestas hoy.

La narrativa oficial intentó presentar la designación como la llegada de una “fiscal de principios”. Incluso hubo una campaña para construir esa imagen. Pero su historial en la Fiscalía capitalina contradice el discurso: espionaje a ciudadanos y opositores; su participación en el caso Alejandra Cuevas al servicio de Gertz; investigaciones deficientes de feminicidio; e impunidad cercana al 99% en delitos de alto impacto. Estos antecedentes no son menores: muestran a una funcionaria moldeada por la lógica política, no por estándares de independencia.

Dos miradas han dominado el análisis público. Por un lado, quienes insisten en que el problema no es la persona, sino el diseño institucional que permite operar sin controles ni rendición de cuentas. Por otro, observadores que subrayan la operación política y el ajedrez legislativo. Ambas lecturas importan, pero ninguna explica por sí sola la crisis profunda: el tablero mismo está roto.

La pregunta central no es quién llegó, sino para qué llegó.

Si la designación busca continuidad política y control de expedientes sensibles; y no combatir la impunidad, entonces la oportunidad se perdió antes de comenzar. México necesita una Fiscalía fuerte, profesional y autónoma: independiente del Ejecutivo, comprometida con víctimas, basada en evidencia, transparente y ajena a intereses personales.

La salida de Gertz abrió una puerta. La llegada de Godoy podría, en teoría, empezar a reconstruir lo destruido. Pero si la discusión se limita a nombres y mayorías, esa puerta se cerrará tan rápido como se abrió.

Porque el problema no es la sorpresa del relevo.

El verdadero escándalo es que, con todo y nueva fiscal, la justicia en México sigue vacante…y ahora ya no queda a quién culpar más que a quienes la nombraron.