Nightmare Alley o la evolución de Del Toro

7 de Noviembre de 2024

Alejandro Alemán
Alejandro Alemán

Nightmare Alley o la evolución de Del Toro

Siempre es un gusto ser testigo de la evolución de un director. Eso es lo que sucede con Guillermo del Toro en su más reciente cinta, Nightmare Alley (Estados Unidos, México, 2021). El mexicano sigue con los pies bien plantados en sus obsesiones (su consabido gusto por los monstruos), pero por primera vez las criaturas que pueblan el imaginario de su cine no tienen un origen sobrenatural, se trata de seres humanos rotos, corruptos pero elegantes, que esconden una perversidad tan grande o mayor que la de aquellas criaturas que a Del Toro tanto le fascinan.

Se trata del remake (o reinvención) del clásico homónimo del cine negro, Nightmare Alley (Goulding, 1947), con guión del director junto con Kim Morgan, ambas basadas en la novela del mismo nombre escrita por William Lindsay Gresham.

Stanton (Bradley Cooper) es un fugitivo (no de la ley, pero sí de sus recuerdos) que llega a una típica feria itinerante de finales de los años treinta en Estados Unidos. Entre sus varias atracciones, el acto que más destaca es el show del geek (monstruo en inglés): un ser humano “aborto de la naturaleza” que se arrastra cual animal y come gallinas frente a un público que paga por verlo.

Stanton es contratado como chalán y va subiendo de categoría hasta que la médium de la feria (Toni Collette) y su alcohólico esposo (David Strathairn) lo entrenan para hacer un acto de mentalismo cuyo truco requiere de mucha práctica. Una vez dominado el acto, Stanton decide abandonar las carpas para —junto con su asistente Molly (Rooney Mara)— hacer el espectáculo frente a un público más refinado y elegante: el de la gran ciudad de Nueva York.

¿Qué hace que un hombre se convierta en monstruo? Con un diseño de producción apabullante y una cámara que hace honor al género (a cargo de Dan Lausten), Del Toro recurre al cine negro no como homenaje, sino como necesidad de la película misma. Y es que aquí sus monstruos no causan empatía ni generan condescendencia, el director los dota a todos ellos (Cooper, Blanchett, Jenkins, Dafoe, apabullantes) de una opacidad que no se había visto antes en su cine.

Su película no podría ser más oportuna: en la era de la post verdad y de las fake news, Del Toro nos recuerda que el poder corruptor de las mentiras depende de dos actores: aquellos que con placer nos mienten (hasta creer su propio embuste), y de nosotros, que con no menos gozo estamos tan necesitados del reconfortante engaño.

Nightmare Alley trasciende la fantasía para hablarnos del hoy y el ahora. Es de las mejores películas de Guillermo del Toro, probablemente aquella que marque un viraje hacia un cine mucho más oscuro donde los monstruos serán viles seres humanos.

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