Physical: primeras impresiones

28 de Abril de 2024

Alejandro Alemán
Alejandro Alemán

Physical: primeras impresiones

alejandro aleman

El año es 1981. Ronald Reagan llega a la Casa Blanca, el transbordador Columbia supera con éxito sus primeras pruebas en el espacio y el sencillo “Physical”, de la joven cantante Olivia Newton John, se convertirá en el himno de toda una nación que se obsesionará con el deporte, la comida sana y la perfección estética.

Una de esas obsesas de las calorías y el sobrepeso es Sheila (Rose Byrne), un ama de casa cercana a los cuarenta, madre de una pequeña hija y esposa de Danny (Rory Scovel), un profesor universitario que está a punto de perder su empleo.

Sheila se ve al espejo y se ve fea, a pesar de tener la figura esbelta, el pelo sedoso y una sonrisa fantástica. Mediante un monólogo interno que nunca cesa, sabemos que Sheila está obsesionada con su figura: que si los barros, que si ya está gorda o vieja... con la misma vara que se mide juzga a otras y no hay quien se salve: odia a todos por igual, principalmente a ella misma.

Cuando la insatisfacción existencial arrecia, Sheila ejecuta un ritual que involucra comprar tres hamburguesas, rentar la habitación de algún motel, desnudarse y comer como si no hubiera mañana, para luego vomitar y prometer que mañana “se portará bien”.

Su vía de escape era el ballet, pero la escuela donde lo practicaba cerró, así que Sheila está a punto de tener una nueva manía, unirse a un movimiento que pronto se volverá mundial, la dictadura del spandex y leotardos: los aerobics.

Luego del fiasco de Cruella (2021) llegamos con muchas reservas a esta nueva serie exclusiva de Apple TV+, dirigida y producida por el mismo director, Craig Guillespie. Lo que nos encontramos es otro estudio de personaje apoyado en un muy buen diseño de producción (Kaye Bunch), una excelente fotografía (Paula Huidobro) y una edición (Sophie Corra) claramente inspiradas en Scorsese (varias secuencias recuerdan poderosamente a Goodfellas) así como un muy buen soundtrack que aquí no resulta machacoso sino al contrario, se inserta orgánicamente en la atmósfera ochentera, que está por demás bien lograda.

Rose Byrne actúa con solvencia en esta especie de doble papel: el ama de casa sumisa, que nunca contradice al marido, contra la obsesionada, astuta y cáustica mujer que no descansará hasta cumplir sus objetivos: ganar dinero, empoderarse, pero sobre todo, ser una mujer “delgada”.

Sabemos que logrará sus metas (la serie empieza con Sheila siendo una estrella de los aeróbicos por televisión) pero el forzoso descarrilamiento de este tren será el verdadero show. Ojalá el director y los guionistas sean tan ácidos como su personaje y no teman en mostrar su obligada debacle.