Renfield: comedia de una sola estrella

5 de Diciembre de 2024

Alejandro Alemán
Alejandro Alemán

Renfield: comedia de una sola estrella

alejandro aleman

En una reciente entrevista con Nicolas Cage, el presentador Steven Colbert le preguntó cuáles eran sus cinco películas favoritas de su propia filmografía. Cage, sin titubear, contestó: Pig (Sarnoski, 2021, “la favorita de toda mi filmografía”, dijo), Mandy (Panos Cosmatos, 2018), Bringing Out The Dead (Scorsese, 1999), Bad Lieutenant (Herzog, 2009) y Joe (Green, 2013).

Pecando de honestidad, el actor no mencionó la película por la que era entrevistado: Renfield (Estados Unidos, 2023). Y luego de verla, entiendo por qué no la incluyó en la lista.

Dirigida por Chris McKay (Chicken Robot, Lego Batman), Renfield es una película que de inmediato se hace irresistible por el simple hecho de tener a Nicolas Cage interpretando a Drácula.

Si bien no es la primera vez que el actor interpreta a un vampiro (Vampire’s Kiss, 1988), sí es la primera vez que se pone en la piel del Príncipe de la Oscuridad. En un flashback al inicio de la cinta, Cage aparece con el atuendo clásico que hiciera popular Bela Lugosi en Dracula (1931) y durante la película mantendrá guiños hacia otros actores que han interpretado al personaje, como Lon Chaney y Christopher Lee.

Lo malo es que Nicolas Cage no es el protagonista de esta cinta, sino Renfield, el legendario lacayo de Drácula (un divertido Nicholas Hoult), quien luego de 90 años de estar a su servicio acude a una terapia de grupo donde aprende que la relación con su jefe es tóxica y codependiente.

Así, Renfield intenta abandonar a su jefe y llevar una nueva vida, pero una banda de mafiosos de Nueva Orleans y la única policía honesta en todo el lugar (una muy seria Awkwafina) complican los planes de Renfield, mientras que Drácula rápidamente recupera sus poderes luego de tantos años de letargo.

La cinta pretende ser muchas cosas y en el camino falla en casi todas: por momentos quiere emular la exitosa serie What We Do In The Shadows, pero el humor no le alcanza, imita el frenesí de Lego Batman, pero se siente impostado; intenta armar momentos de terror, pero el tono caricaturesco del filme se lo impide.

El único que se la pasa bien es Nicolas Cage, a quien el papel le sienta natural, pero la película le es insuficiente. La subtrama de la mafia no podía ser más torpe, tanto que uno está esperando con ansia la siguiente secuencia de acción sangrienta, único aspecto de la cinta que resulta bien logrado.

Chris McKay dirige esta cinta con el desparpajo de sus trabajos de animación anteriores, pero sin un guión sólido que justifique el humor, la ligereza o, incluso, la violencia.

El director debe sentirse afortunado: de no ser por la presencia de Nicolas Cage, la película sería una nulidad absoluta. Tanto Drácula como Cage merecían algo mejor.

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