AMLO y la sucesión en la UNAM

23 de Abril de 2024

Raúl García Araujo
Raúl García Araujo
Reportero con andanzas en varios periódicos y ex coordinador de información en FOROtv de Televisa.

AMLO y la sucesión en la UNAM

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El affaire Presidente-UNAM tiene un fondo, que muchos no han entendido.

A simple vista, un sector de la población, y los pretendidos líderes de opinión de los medios de comunicación impresos y electrónicos (radio y televisión), así como la mayoría en redes sociales concluyen, luego de sus supuestos análisis doctos, que es un sinsentido el ataque sistemático del presidente Andrés Manuel López Obrador.

Se rasgan las vestiduras y se escandalizan con que un día, y el otro también, el primer mandatario enfoque sus baterías en contra de la Máxima Casa de Estudios.

Consideran que es un suicidio político del presidente López Obrador el traer como perro de presa a la principal institución formadora de los cuadros principales de los sectores público y privada del país.

Ello, amén de haber sido el alma mater de varios expresidentes de la República, hasta que el expresidente Miguel de la Madrid Hurtado optó por Carlos Salinas de Gortari, en medio de un proceso de elección simulado, para que fuera su sucesor.

Salinas de Gortari se formó en Harvard, su sucesor Ernesto Zedillo Ponce de León, en Yale; Vicente Fox Quesada, en la Universidad Iberoamericana, que le otorgó un título al vapor cuando obtuvo la candidatura panista, tras dudosa concurrencia a las aulas para obtenerlo. Felipe Calderón Hinojosa, en la Libre de Derecho; Enrique Peña Nieto, en la Universidad Panamericana y hasta ahora el presidente Andrés Manuel López Obrador, en la UNAM.

Si, como todo apunta, éste opta por Claudia Sheinbaum, para que lo suceda, y si esta intencionalidad cuaja, se estarían regresando los ojos hacia presidentes formados en el humanismo, y ya no en escuelas fabricadoras de tecnócratas, gerentes, líderes, que dejan para “las señoras de la casa”, como dijera el clásico, las actividades extragubernamentales.

Pero, retomando la madeja de la reflexión esencial de En Corto, parte de la sociedad falla en sus críticas hacia el titular del Ejecutivo, sobre todo los medios de comunicación y sus opinadores, quienes han hecho un análisis superficial, reduccionista del caso, y en no pocas ocasiones, bastante interesado.

La realidad es que el presidente Andrés Manuel López Obrador tiene en la mira a UNAM, porque efectivamente desde hace varias décadas ha sido secuestrada por un grupo elitista y minoritario de interés, que gobierna no solo la rectoría, sino la mayoría de las facultades e institutos, como es el caso de Pedro Sánchez Ugarte en el Instituto de Investigaciones Jurídicas.

Sánchez Ugarte, jurista orgánico, incondicional, que se mimetiza, dependiendo de quién ostente la presidencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y del Consejo de la Judicatura Federal, a quienes sirve desde ese instituto.

Obviamente ahorita está del lado de otro mimetizado del momento, el presidente de estos dos órganos colegiados, Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, quien ya está mordiendo la mano de quien le allanó el camino para que presidiera a esos dos organismos.

Una fuente de Palacio Nacional confío a este columnista que Zaldívar Lelo de Larrea olvida a quién le debe su cargo, como también lo que le sucedió al exministro Eduardo Medina Mora, por sus supuestos malos manejos en el considerado como el máximo tribunal del país.

Nos dijo nuestra garganta profunda que en Palacio Nacional se tiene perfectamente medido a Zaldívar Lelo y que también se conoce que éste no aprueba el más mínimo examen de control de confianza, y que en términos de verdadera honradez y lealtad, el paseante de las tiendas más caras del vecino país del norte, no aprueba “ni de panzazo”.
Por cierto, Zaldívar Lelo es egresado, igual que Felipe Calderón, de la Escuela Libre de Derecho, la cual ha renegado del Ministro presidente de la Corte, por considerarlo un incondicional del presidente.

Pero volvamos a la Máxima Casa de Estudios y la andanada de ataques del presidente López Obrador, los cuales no son mera ocurrencia del mandatario.

Como buen animal político que es, el presidente ya olfateó la relativa cercanía de la renovación de la rectoría universitaria, la cual se llevará a cabo en 2023.

La importancia de la UNAM es fundamental por la base social que la compone, la cual tradicionalmente ha sido de izquierda, y de ello dan cuenta los movimientos estudiantiles de 1968, y los políticos de 1988 y 1994.

Luego de la efervescencia política que provocó el Consejo Estudiantil Universitario en 1987-1988, con los ceuístas tradicionales Antonio Santos, Carlos Imaz (exesposo de Claudia Sheinbaum) e Imanol Ordorika, cuyo activismo fue fundamental para el crecimiento de Cuauhtémoc Cárdenas en las elecciones de 1988.

Luego de ello, los rectores en turno han hecho hasta la imposible para arrebatar esa ideología a la Máxima Casa de Estudios, y para ello han ubicado estratégicamente a incondicionales en las facultades, escuelas e institutos.

El presidente tiene perfecto conocimiento de esa situación, y por ello ha emprendido la tarea, inicialmente exhibiendo la derechización de la UNAM, en otros tiempos privativa de la Facultad de Derecho.

Por ello el presidente ha puesto en la mira de todos a la UNAM, cuya rectoría es clave para que la Cuarta Transformación penetre en esos muros infranqueables por la estructura organizacional monolítica que ejerce la Junta de Gobierno, conformada por 15 “notables”, sobre quienes recae el proceso de elección del próximo rector, que dura en el cargo cuatro años, con la posibilidad de reelegirse una vez, según lo permite el artículo 9 de la Ley Orgánica de la UNAM.

En Cortito: Ni los muertos se salvan, también son asaltados en su última morada. Eso sucede en los diferentes panteones de la Ciudad de México, donde el abandono de panteones provocado por la pandemia, es aprovechado por las ratas de dos patas para romper puertas y ventanas y saquear las últimas moradas de quienes ya partieron.

Con la complicidad de los policías de la Secretaría de Seguridad Ciudadana capitalina, de cuidadores de las tumbas, y por decir lo menos, con la omisión de las autoridades encargadas y trabajador@s administrativos, de los alcaldes y de la propia jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, los panteones públicos son asqueados y destrozadas sus tumbas.

Una visita de este columnista por varios panteones de la CDMX, y por testimonios de amigos y familiares, arroja la siguiente conclusión: en todos ellos se roban particularmente las puertas y ventanas de aluminio de criptas y tumbas.

Quizás sobre pedido, quizás para venderlas como aluminio, para ser fundidas, lo cierto es que hay una constante: todas las tumbas lucen ahora sin puertas y ventanas y sin nada de valor en su interior.

Un botón de muestra de lo anterior, lo tenemos en el panteón de Xochitepec, en Xochimilco, donde se han robado 200 puertas de igual número de criptas, ello sin contar las ventanas, y el saqueo de sus interiores.

Y las autoridades de los panteones, los cuidadores de tumbas, los que construyen en su interior, los trabajadores y trabajadoras administrativas, y los policías, no saben nada, no es posible, en una de esas son ellos mismos, o por lo menos son cómplices, si no por dónde sale el botín de esos robos.

Ante ese robo en despoblado, dolientes de las tumbas hacen un enérgico llamado a los alcaldes, al jefe de la policía capitalina, Omar García Harfuch, y a la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, a tomar cartas en el asunto en lo que ya es el colmo de la desfachatez de la delincuencia, que es robar hasta la última morada de los muertos.

Solo a ellos porque la titular de la Fiscalía de Justicia de la CDMX, Ernestina Godoy, a ella no, ella sigue durmiendo el sueño de los (in)justos. Shhhhh, shhhh, no la vaya a despertar, estimado lector.