La semana pasada daba cuenta de los resultados de los comicios del 6 de junio de 2021, respecto de los resultados a nivel estatal (15 gubernaturas) y 500 diputaciones federales, de esos 300 son de votación directa y 200 de representación proporcional, lo cual tiene una excepción que es la sobrerepresentación. En este caso el partido político que más diputados de votación directa tiene, no puede tener representantes plurinominales.
Además de las gobernaturas hubo elecciones de legislaturas locales y cambio de alcaldías, esta ocasión fue la primera vez que los legisladores y alcaldes pudieron reelegirse.
Sin duda, el ejercicio electoral, como ya lo referí, tuvo varios resultados que son dignos de análisis, uno de los más recurrentes es el ejercicio respecto de las elecciones de la Ciudad de México, sin duda la mitad de la ciudad reiteró la votación a favor de partido político que gobierna actualmente y la otra mitad eligió la oposición (a todos los de antes juntos; pero no revueltos).
Este comportamiento del electorado, fue interpretado por las “benditas redes sociales” en un sin número de “memes”; al final de cuentas, en síntesis, lo que refleja es polarización de mucha población concentrada en un espacio pequeño como lo es la Ciudad de México.
De forma y fondo una de las interpretaciones que más me preocupó es aquella que tiene que ver con reducir a los votantes de la oposición al actual gobierno de México, con “la clase media” y que se mal califique y estigmatice a las personas de clase media como “aspiracionistas”. Más allá de cualquier análisis subjetivo al respecto, los mexicanos debemos de apelar a un efecto cicatriz, ya que todos tenemos en común estar en esta tierra tan bella y productiva. Su población es potente si se lo propone, y hay un sinfín de muestras de solidaridad y sororidad en los muy distintos episodios de la historia. Debemos pensar en qué genera y qué gana nuestro país con la polarización y si ser el “jamón” del sándwich nos hace incómodos o el ingrediente que equilibra el emparedado. Dividir un país como este entre ricos y pobres, es tener dos rebanadas de pan de caja y punto.
Lo que le da consistencia al emparedado o sándwich es lo que se coloca entre los panes y siendo un país tan multicultural, nuestra clase media puede ser desde un jamón de bellota (clase media alta) pollo o pavo (clase media – media) o atún y vegetales (clase media – baja) todos productivos y aspiracionistas como la historia de muchos en este país, hijos de profesores, comerciantes, obreros, militares, burócratas, profesionistas, emprendedores, etc. Si queremos ser un país de G7, todos ellos soportan su economía en la bendita clase media.