En el contexto mundial en el que se tiene aún la pandemia ya casi de salida, debido al avance científico, que permitió en tiempo récord tener una vacuna y medicamentos contra el COVID-19, lo cual generan un sentimiento de esperanza; también se tiene la invasión de Rusia en Ucrania, lo que genera una crisis humanitaria. Por suerte, el mundo excepto la OTAN, ha reaccionado tratando de romper esa brecha y en términos de economía y operación el mundo han vetado a Rusia, aunado a la resistencia de los ucranianos.
Lo lamentable es que en ese contexto mundial de violencia, México no es la excepción. Las violencias a la mexicana, ha generado en los últimos 15 días dos botones de muestra; la ejecución extrajudicial de más de 10 personas en San José de Gracia, Michoacán y lo ocurrido en el marco de un juego de fútbol en el estadio “La Corregidora” en Querétaro.
Las violencias a la mexicana, nos deben invitar al análisis, discusión y sobre todo a la acción. Hoy por hoy, vivimos en una “sociedad líquida”, según Zygmunt Bauman el mundo actual se caracteriza por su estado fluido y volátil, la sociedad en la que vivimos es producto de la incertidumbre por la vertiginosa rapidez de los cambios, lo que ha debilitado los vínculos humanos.
Los cambios en México y el mundo, producto del avance científico y tecnológico han generado una sociedad líquida, que nos comunicar con el mundo en un segundo; pero que muchas veces nos aleja de lo importante que es la convivencia, principios y valores familiares. Si a ello le agregamos los procesos económicos de esta sociedad líquida, que normalmente es querer tener más con el mínimo esfuerzo y el condimento a la mexicana (el agandalle) para no pagar impuestos, buscar que el gobierno te dé sin dar nada a cambio, el comercio informal, una sociedad que cada vez consume más cosas negativas como lo es drogas, pornografía infantil, etc.
No debemos permitir que las violencias se normalicen, y también analizar qué se ha hecho mal y que el Estado cumpla con sus obligaciones, que son intransferibles, entre ellas es la SEGURIDAD y el ACCESO a la JUSTICIA.
De forma y fondo, no es posible que el gobierno (municipal, estatal y federal) en el caso de San José de Gracia, haya llegado con horas de retraso, las redes sociales documentaron que los atacantes tuvieron tiempo hasta de limpiar las escenas del crimen tan atroz; más allá de si era o no un ajuste de cuentas de “personajes de la delincuencia organizada” como lo intentó explicar el subsecretario federal.
Igual ocurrió en el estadio de fútbol “La Corregidora”, el cual si bien es cierto es una instalación privada con “seguridad privada” la cual reclutaba a través de twitter lo siguiente, con los siguientes requisitos: Ser mayor de edad, presentar INE y seguir y dar instrucciones.

Eso es más cómo tipo staff que un tema de “seguridad”, pero no para contener a un grupo de personas violentas. Se debió de prever seguridad perimetral fuerte y al interior del estadio, y quizás un ministerio público móvil con policía de investigación. En Inglaterra en la época de los Hooligans, se optó por los boleros electrónicos personalizados, además de identificación con fotografías para ingresar a los estadios.
Lo ocurrido en estos últimos 15 días nos reta a decidir si seguimos siendo una sociedad líquida a la mexicana o sacamos lo mejor de nosotros y buscamos cambiar, las siguientes generaciones “las post-pandemia” merecen un México mejor educado, próspero, ordenado, pacífico y desarrollado para el siguiente siglo.
Nota al pie de página:
Otra violencia a la mexicana es lo descubierto y expulsado en los audios del fiscal general de la República que utiliza a la institución a su cargo para resolver un problema familiar
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