Implementación: ¿tarea de especialistas o de expertos?

28 de Abril de 2024

Implementación: ¿tarea de especialistas o de expertos?

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Una razón en la implementación es que quienes diseñan las acciones son diferentes a quienes las ponen en marcha; los primeros suelen ser académicos con posgrado y cercanos a tomadores de decisiones; la operación viene de personas con experiencia docente y directiva a quienes se escucha poco

¿Por qué tantas y tantas acciones educativas no terminan por cumplir sus propósitos? ¿Cómo es que miles de investigadores educativos en México y en el mundo generan un impacto inferior al que sugieren sus investigaciones y recomendaciones? Tan sólo en México, miles de millones de pesos se han invertido en décadas, pero nuestros indicadores de cobertura y calidad se mueven con lentitud, cuando llegan a hacerlo. Y la respuesta a estas preguntas es, con mucha frecuencia, la implementación. “Eso ya lo hicimos” es una respuesta muy frecuente de quienes laboran en el sector educativo cuando escuchan una propuesta.

Construir acciones exitosas de política educativa se enfrenta primeramente a la incredulidad de quienes tienen tiempo en el sistema y saben que las cosas más evidentes —capacitación docente, apoyo académico focalizado, herramientas de apoyo a la dirección escolar, involucramiento de supervisores— se han hecho antes y de diversas maneras. Cuando se les plantea una forma diferente de implementarlo, ven con frecuencia “más de lo mismo”. Damos mucha importancia al nombre de las acciones, pero muy poca a la manera de implementarlas.

›Una razón del descuido de la implementación es que quienes diseñan las acciones casi siempre son personas diferentes a las que las ponen en marcha. El diseño de política suele estar a cargo de académicos con títulos de posgrado y posiciones cercanas a los tomadores de decisiones, mientras que la operación corre a cargo de personas cercanas a las escuelas con experiencia docente y directiva. Aquellos suelen utilizar principalmente indicadores cuantitativos, mientras que las voces de la estructura educativa se escuchan poco o se toman con menor relevancia. Hay poco diálogo entre ambas partes y, cuando ocurre, rara vez es horizontal.

En algún lado nos perdimos: los operadores casi siempre son docentes de formación; halagados en los discursos, pero relegados en las decisiones. Sin los títulos de sus contrapartes, participan con voz pero sin voto. Por alguna razón se ha dado mayor peso al especialista que ha leído una bibliografía amplia sobre temas educativos, aun cuando nunca haya tenido incidencia directa en un proceso de mejora en una aula, escuela o sistema educativo. Y se ha subestimado al experto que, como el término indica, cuenta con experiencia directa en la puesta en marcha de acciones educativas. Debemos articular mejor la teoría y la práctica, a especialistas y expertos, y no subordinar unos a otros. Se trata de lograr una verdadera construcción colectiva.

La actitud del especialista no necesariamente es un tema de voluntad, sino de formación. Francis Fukuyama, en su texto “Cuál es el problema con la educación en política pública” (What’s Wrong with Public Policy Education) habla de deficiencias concretas en la formación de profesionales de las políticas públicas: un exceso de confianza en las herramientas analíticas cuantitativas y una insuficiente apreciación del contexto específico en el que las acciones habrán de implementarse. El análisis cuantitativo es necesario y debe ser riguroso, agrego yo, pero sólo lleva a construir hipótesis para orientar nuestro trabajo y debe complementarse con una labor amplia de escucha a los expertos de la estructura educativa: docentes, directivos escolares, supervisores, jefes de sector, asesores técnico –pedagógicos y familias, cuya percepción podemos conocer por medio de entrevistas, grupos de enfoque, encuestas, observaciones. Un esquema de diseño que considera a estos expertos enriquece enormemente el diseño, además de facilitar su implementación porque asegura la aceptación de las acciones por parte de los actores principales. La escucha enriquece, aporta legitimidad y eleva la viabilidad.

La implementación requiere de elementos esenciales a considerar:

Conoce primero a la organización. Cada una tiene una estructura particular, además de estar conformada por una combinación única de personas cuya articulación es necesaria para lograr los objetivos. Suponer que se asemeja a otra por tener objetivos o estructura similares suele ser un error. Dos secretarías de educación estatales, o bien dos primarias públicas en la misma colonia, pueden ser completamente diferentes en su organización, cultura organizacional y nivel académico. El trabajo de escucha es una oportunidad estupenda para adquirir este conocimiento.

Crea las condiciones básicas para la mejora. Mas que seguir recetas, la implementación es un proceso artesanal en el cual hay que adaptar lo que sea necesario para alcanzar los objetivos, que por lo mismo deben ser muy claros y precisos.

Pon atención a los detalles. En los detalles se esconde el diablo, dice el refrán. Suscribo plenamente. Con frecuencia hay microdecisiones que tienen enormes efectos en acciones y programas. Por ello es deseable que personas cercanas al diseño participen de las microdecisiones para asegurar su alienación con los objetivos de la intervención.

Prepárate para identificar, reconocer y corregir errores. Ajustar sobre la marcha es una necesidad, no una posibilidad. Imposible prever todo en estos procesos; por ello el monitoreo debe centrarse en detectar las fallas y obstáculos que sin duda se presentarán.

Dale su mérito a cada quién. Si queremos atribuir todo el mérito a una persona, aun a la cabeza de la organización, pocos se sumarán con entusiasmo. La construcción es verdaderamente colectiva cuando las voces se incorporan y el mérito se comparte. Verifica de forma directa que las cosas ocurran. Los indicadores y los reportes de los subalternos son útiles, pero nada lo es más que tener contacto directo, de preferencia aleatorio, con docentes, estudiantes, directivos escolares y familias. La evidencia directa de implementadores y usuarios debe ser insumo permanente de decisión.

Mantén la comunicación. Los canales abiertos en la organización para diseñar las acciones, deben permanecer así durante el proceso. Se requerirán para acordar ajustes y compartir información que mantenga a todos interesados en el tema.

Tiempos extras

El final del ciclo escolar conlleva un reto colosal para el sistema educativo mexicano, que fue uno de los apenas 14 países del mundo que cerró sus escuelas durante toda la pandemia. Enfrentamos abandono escolar y rezago académico como nunca. Se requiere una SEP presente y con liderazgo que establezca lineamientos, ofrezca herramientas, comparta acciones, distribuya presupuestos y acompañe a estados, escuelas, docentes y familias.