“Que la paz que anuncian con sus palabras esté primero en sus corazones”. San Francisco de Asís
El término se ha convertido quizá en uno de los más repetidos en las últimas décadas; líderes, políticos, escritores o personajes públicos hablan de forma constante sobre la paz, incluso la frase “…and world pace” se hizo sumamente popular para finalizar discursos entre las concursantes de un (polémico) concurso de belleza fundado en 1952.
Y es que es innegable que la paz es un deseo anhelado, es por ello que la Organización de las Naciones Unidas conmemoró ayer su día internacional, buscando así al fortalecimiento de los ideales, a través de la observación de 24 horas de no violencia y alto el fuego.
Por otro lado, este año el secretario general, António Guterres ha hecho hincapié en la necesidad de poner fin al racismo, ya que: sigue envenenando las instituciones, las estructuras sociales y la vida cotidiana en todas las sociedades.
Vivimos en un mundo globalizado y lo que sucede al otro lado del orbe nos afecta de distintas maneras; lamentablemente, muchos países continúan en guerra y aunque el foco de la atención hasta el momento ha sido Rusia y Ucrania, también se deben tener presentes otros conflictos, por ejemplo: la toma de los talibanes de Afganistán, la situación crítica en Yemen, el crecimiento bélico en Israel y las milicias palestinas, los enfrentamientos en Colombia, Nicaragua y Cuba, e incluso el aumento de tensión entre Estados Unidos y China; solo por mencionar los más significativos.
Los conflictos no solo causan devastación de ciudades y regiones enteras, sino que además provocan crisis en rubros significativos como la agricultura, la distribución de agua y los medios de producción, pero, además, provoca desplazamientos forzados y nuevas olas de refugiados.
La preocupación sobre el aumento o decremento de las naciones que mantienen la paz en sus territorios es amplia, por lo que este año en el índice de paz global elaborado por el Institute for Economics and Peace, se muestra que el nivel medio de paz mundial se ha deteriorado en un 0.3%. Aunque pequeño, se trata del undécimo deterioro de la paz en los últimos 14 años, con 90 países que mejoraron, 71 que se deterioraron y dos que permanecieron estables, lo que pone de manifiesto que el detrimento es mucho más rápido que la mejoría.
Nuestro país este 2022 mejoró en dos posiciones, moviéndose del lugar 139 al 137 de un total de 163, y aunque el avance es de reconocerse, ya que hubo un progreso en el ámbito de Seguridad, lo que implica que el impacto del terrorismo disminuyó un 12% y la inestabilidad política registró una mejora del 10%, desafortunadamente, continuamos siendo la nación menos pacífica de América Latina y el Caribe, y seguimos entre los países con mayores tasas de homicidio, ya que ocho de las ciudades más violentas del mundo se encuentran en México.
El Índice es digno de un análisis profundo ya que incluye rubros como: conflictos internos, tasa de encarcelamiento, percepción de criminalidad, terror político, inestabilidad política y número de refugiados y desplazados internos; por lo que su estudio podría impulsarnos a reinventar escenarios y renovar políticas públicas.
Un Estado con un amplio índice de paz se convierte en un lugar con mayores inversiones, con una educación asequible y de calidad, con un turismo responsable, con una población que tendrá mayores oportunidades frente a los desafíos cotidianos, es decir el crecimiento será equitativo e igualitario; por lo que trabajar desde todos los ángulos para alcanzar la paz es día con día más necesario.