Si bien la población mexicana tiene como derecho gozar de los beneficios del desarrollo científico y la innovación tecnológica; el país no ha contado con una política articulada y con los recursos públicos suficientes que permitan generar mayores beneficios, tales como: incrementos en la productividad, menos pobreza y un mayor crecimiento económico. De acuerdo con la UNESCO, las inversiones en este sector son indispensables para llevar a cabo con éxito la doble transición verde y digital, que está alterando las dinámicas económicas, sociales y del mercado laboral.
En México existen proyectos de alta tecnología que son referentes internacionales como Prometheus, el primer robot humanoide completamente mexicano, realizado por la compañía Inbiodroid en Irapuato, Guanajuato. Prometheus está configurado para actuar en desastres naturales, epidemias, exploraciones y trabajos peligrosos. Este robot obtuvo el séptimo lugar a nivel mundial; sin embargo, su continuidad está en riesgo por falta de recursos.
En 2020, la inversión en ciencia, tecnología e innovación en México representó la mitad de lo que destinaron los países de América Latina y, solamente un tercio de esta inversión es financiamiento público.
Para 2023, el presupuesto público aprobado para este sector alcanza 60 mil 151 millones de pesos, esto significa una disminución de 27.1 % respecto a 2015 (el año con más inversión), y no se alcanzan los niveles previos a 2019. El Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) cuenta con 15 mil millones de pesos menos que en 2015. Además, en los últimos tres años no se destinaron recursos para la innovación, y la inversión Federal representa solamente una quinta parte del 1 % del PIB que se debería destinar de acuerdo con la Ley General de Educación.
Por otro lado, las nuevas tecnologías (robots y la inteligencia artificial) van a implicar que el mercado laboral demande habilidades más sofisticadas tanto socioemocionales como analíticas. Por lo que brindar una educación de calidad es indispensable. Pero al igual que el presupuesto para ciencia y tecnología, cada vez se cuentan con menos recursos públicos para este propósito. En 2022, el gasto público para educación alcanzó 3.2 % del PIB, el nivel más bajo de la última década. Mientras que el Banco Interamericano de Desarrollo recomienda destinar entre 4.0 y 6.0 % del PIB.
La ciencia, la tecnología y la innovación son elementos centrales en la estrategia de desarrollo de los países, así como la educación. México no debe seguir rezagándose y rumbo a las elecciones de 2024, estos temas deberían estar en el centro de la discusión pública.