La muerte, impulso e inspiración de la vida y obra de Picasso

17 de Mayo de 2024

La muerte, impulso e inspiración de la vida y obra de Picasso

PICASSO
Especial

Desde que su madre lo trajo al mundo la muerte merodeó la vida de Pablo Picasso, al grado de convertirse un una fuente de “inspiración”

Te prometo que si curas a mi hermana dejo de pintar”, juró a Dios Pablo Ruiz Picasso a sus 13 años, cuando la salud de su hermana María de la Concepción iba a la baja a causa de una difteria. El ofrecimiento puede parecer mínimo viniendo de un joven pintor, sin embargo, a esa temprana edad ya tenía alrededor de cinco años pintando, teniendo en ese arte una forma de entender la vida.

Fue a los ocho años que Pablo creó su primera obra. “El picador amarillo” fue el nombre que le dio. Dicha pintura la hizo después de haber asistido a una corrida de toros, animal que se convertiría años después en el protagonista de la que tal vez es su obra más icónica.

Picasso - El picador amarillo
El picador amarillo - Picasso

Es decir, el talento de Pablo se desbordó de las pinturas al óleo desde que era solo un niño. La influencia de su padre (quien trabajaba como profesor de dibujo de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo) fue lo que avivó su talento y obra, esa que vio en la muerte una fuente de inspiración.

“Nació muerto”

Él mismo tuvo un primer contacto con la muerte apenas nació. De acuerdo con el libro Picasso: creador y destructor de Arianna Stassinopoulos, el pintor que se encumbró como uno de los pioneros del Cubismo nació sin vida. La partera que atendió a su madre contó que el bebé estaba muerto, sin embargo, el paso por la nariz del humo del puro que fumaba uno de sus tíos (Salvador, médico de profesión) le permitió volver a la vida.

Así fue como el pequeño reaccionó para convertirse en el primogénito de María Picasso y López y José Ruiz y Blasco. Posteriormente nacieron sus dos hermanas: Dolores y Concepción. La segunda fue la que volvió a cruzar a la muerte en la vida de Pablo. Con solo siete años Conchita enfermó de difteria y su salud empezó a deteriorarse. Pasó “de ser la pequeña sonriente de rizo rubios a la que había pintado con tata ternura a ser un fantasma de sí misma”, relató Arianna Stassinopoulos en el libro que publicó en 1989.

La promesa de dejar la pintura si su hermana se curaba no pudo cumplirse. Conchita murió a los siete años y, al regresar del entierro, Pablo se encerró para crear un cuadro que le recordaría a su hermana por el resto de su vida.

Esta pérdida marcó la vida y obra de Pablo, quien de forma recurrente pintaba en sus creaciones a muchachas débiles, principalmente en las pinturas que hizo entre 1897 y 1899. Fue tan grande el impacto de la muerte de su hermana que años después puso el nombre de María de la Concepción a una de sus hijas.

El Guernica

Este cuadro, pintado a petición del Gobierno de la Segunda República Española, es el más referido en la trayectoria de Pablo. Hecho en variadas tonalidades de gris en poco más de un mes, esta obra alude también a la muerte.

Picasso refirió en sus trazos el bombardeo de la Laftwaffe alemana a la villa de Guernica, el cual se registró el 26 de abril de 1937, en medio de la Guerra Civil. Se trató de una masacre, la cual dejó 654 muertos y 889 heridos, de acuerdo con cifras oficiales.

Picasso - Guernica
Guernica - Picasso

Una de las interpretaciones más aceptadas apunta a que el cuadro es una crítica del artista nacido en Málaga hacia la guerra y los conflictos armados. De hecho, se convirtió en un símbolo para algunos movimientos y organizaciones pacifistas a nivel global.

Medio siglo de ausencia

Si bien sus obras lo inmortalizaron en vida, Pablo, el humano, murió el 8 de abril de 1973, a los 91 años. Es decir, hace poco más de siete meses se cumplieron 50 años que el corazón de Picasso dejó de latir.

Aunque una de las frases que dejó retratan a la perfección la simbiosis que existió entre él y su obra: “Yo pinto igual que otras personas escriben su autobiografía”. En el camino de su vida terrenal, tanto al principio, como en medio y al final, la muerte lo acompañó. Y sí, la muerte le permitió vivir y pintar. Hubiera sido la privación de un placer el que no lo hiciera.

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