La iniciativa privada agotó su paciencia ante las protestas de los maestros que, un día sí y otro también, bloquean carreteras, vías férreas, oficinas o comercios. Desde la semana pasada se dio el pri.mer aviso, cuando empresas siderúrgicas amagaron con cerrar sus plantas ante la imposibilidad de mover su producción de acero. En Michoacán, las protestas de la CNTE llevaban una semana bloqueando las vías del tren y, dijeron los siderúrgicos, ponían en riesgo 17 mil empleos.
Muy pronto, también desde Michoacán, se hicieron oír las voces de asociaciones de banqueros, constructores y acereros, quienes denunciaron la extorsión del magisterio. A ellas se sumaron algunas del sureste.
Es muy extraño que un sector de los empresarios manifieste abiertamente una inconformidad ante políticas públicas, a menos que sean relacionadas con impuestos, lo cual es natural y legítimo en defensa de sus intereses.
Más cuando esa inconformidad va dirigida a un secretario de Estado o al mismo gobierno federal. Pero el desgaste que representa para las empresas el conflicto magisterial la detonó.
En pocos días subieron el tono y el número de organizaciones que exigen acción al gobierno. Ahora no se limitan a gremios regionales, sino que escaló al propio Consejo Coordinador Empresarial.
El cénit declarativo llegó a la amenaza empresarial de realizar declaraciones en ceros, lo que significa no pagar impuestos en protesta; en tanto que tramitaron amparos contra autoridades locales y federales para que se actúe en el restablecimiento del orden público.
Nos encontramos en un momento en que parecen irreconciliables los derechos de unos y otros, sobre todo cuando ambos grupos –maestros y empresarios– sienten que se violan sus garantías; unos por la acción y otros por la omisión del gobierno federal.
Más allá de las estimaciones de pérdidas económicas por 4 mil 200 millones de pesos que presenta el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado, el fondo está en que los empresarios ya no están dispuestos a cargar con el costo del conflicto. Para la iniciativa privada resulta demasiado elevado ser ella la que pague por las tácticas de negociación y presión de la Coordinadora o el diálogo indefinido entre ella y el gobierno.
Sí, la estrategia de desgaste a la que parece apostar el gobierno federal puede ser inteligente y quizá resulte exitosa, pero los empresarios –y pronto los trabajadores despedidos– no aguantan los tiempos tan extensos de la política del pasado.
@lucianopascoe