El costo de la indiscreción

El librogate estalló en el Senado, puso de nuevo a Adán Augusto López en el ojo del huracán por lo que parece la operación de un moche para López Obrador y, además, dinamitó la posibilidad de construir la narrativa creíble del best seller. La compra de más de 17 mil ejemplares que operó el senador tabasqueño era solo el principio. Después seguían varios gobernadores y líderes de congresos locales morenistas, muchos ya apalabrados y otros en pláticas. Con esa operación a partir de la estructura del grupo en el poder, lograr la venta de 200 mil ejemplares era pan comido y, con esos números, reportados por un sello editorial de renombre, posicionar la idea del best seller del autor que ahora reescribe la historia nacional, quedaba apuntalada. Pero no contaron con la arrogancia de Adán Augusto, que mandó trasladar los paquetes de libros a más de la mitad de las oficinas del Senado, que con tarjetas suyas de atentos saludos y a la vista de todos. Tan burdo fue el movimiento, que al final el coordinador morenista acabó diciendo: yo pagué todos los libros, a pesar de que ya había sido desmentido por legisladores de su propio partido que confesaron haber pagado su paquete de libros. Hoy las ventas de la obra de AMLO despiertan más suspicacias que la corona de su paisana Fátima Bosch, no porque sean irreales sino porque parecen forzadas, Ahora, aunque superen los 200 o 300 mil ejemplares, nadie creerá que se trata de un éxito orgánico atribuible al talento narrativo del autor.