Esta mañana, el presidente Andrés Manuel López Obrador comentó que el presidente estadounidense Joe Biden “respondió bien” al afirmar que “va a seguir habiendo Covid, pero ya no se puede considerar como pandemia”.
Tras reiterar que “ya hemos tenido días sin fallecimientos por Covid”, López Obrador también sugirió que si Biden fue criticado por su declaración es “porque también allá hay amarillismo y sensacionalismo”; sin embargo, dijo, se trata de una buena noticia.
Sin embargo, no corresponde a los presidentes de los países señalar cuándo es el fin de la pandemia, cuyo nombre técnico es Emergencia de Salud Pública de Preocupación Internacional, sino a la Organización Mundial de la Salud (OMS), y la consecuencias legales y sanitarias de hacerlo aún pueden ser muy graves en buena parte del mundo.
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La más relevante es que poner fin a la emergencia tendría un impacto en los principales programas relacionados con el combate a la pandemia, como el Fondo de Acceso Global a las Vacunas Covid-19 (CoVax), cuando aún hay muchos países con niveles muy bajos de vacunación, y el Acelerador de Acceso a las Herramientas COVID-19, que además de CoVax tiene redes globales de cooperación para facilitar medicamentos y diagnósticos.
Otra consecuencia previsible de terminar la emergencia sería el inmediato encarecimiento de vacunas como las de Moderna y Pfizer y de los medicamentos como el molnupiravir; además, según se han señalado en numerosas ocasiones, aún queda la posibilidad de que surja una nueva variante del SARS-CoV-2.
El reporte del comité de expertos que dictamina si Covid-19 continúa considerándose una emergencia internacional deberá darse a conocer en los próximos días.
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