"Mujeres de confort", eufemismo de un crimen

5 de Mayo de 2025

“Mujeres de confort”, eufemismo de un crimen

200 mil mujeres fueron usadas como esclavas sexuales por soldados japoneses; hasta hoy piden justicia

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La mañana de 1942, soldados japoneses entraron en la casa de la joven china Zhang Xiantu. Ella tenía 16 años, acababa de casarse y trató de huir. Pero no podía correr bien con sus pies deformes: como mandaba la tradición, se los habían vendado de niña para que no crecieran. Y fue capturada. Durante 20 días fue violada repetidamente. «Casi muero del miedo», decía sin ganas de recordar.

Y tuvo suerte. Su padre vendió las ovejas para pagar el rescate que le pedían. Tan ‘afortunada’ fue que llegó a tener hijos y nietos.

A lo largo de la historia la violación ha sido un arma de guerra utilizada por todos los ejércitos, en esta ocasión fue Japón quien se vio en medio del escrutinio público luego de que pidiera perdón a las mal llamadas “mujeres de confort”, víctimas de las invasiones coloniales de la primera mitad del siglo XX hasta el final de la Segunda Guerra Mundial.

Unas 200 mil jóvenes asiáticas fueron secuestradas para integrar un gigantesco harén con el que satisfacer los impulsos sexuales de sus soldados. Estas mujeres fueron violadas por decenas de hombres cada día, golpeadas y torturadas; muchas de ellas murieron a causa de estos maltratos. Las que lograron salvarse escondieron esa etapa de su vida hasta que se descubrió todo. A pesar de la gravedad de las acusaciones, el gobierno japonés ha reconocido sólo a las víctimas de Corea del Sur, uno de los países más afectados, donde aún sobreviven 46 de estas mujeres. Ambos estados alcanzaron un acuerdo que estima unos 8 millones de dólares en compensaciones económicas para «restaurar la dignidad» de las víctimas.

No obstante, la satisfacción inicial se convirtió en malestar. Las coreanas piden responsabilidades penales por este crimen de guerra; además, los demás países afectados, acusan haber sido excluidos de esta iniciativa.

Porque además de Corea del Sur, las ‘mujeres de confort’ fueron raptadas en China, Taiwán, Tailandia, Vietnam, Malasia, Filipinas.

En 1992, Japón admitió el daño y creó el Fondo de Mujeres Asiáticas para retribuir a las afectadas, pero la ayuda fue rechazada por muchas ya que gran parte del dinero provenía de donaciones privadas, por lo que no fue considerado como un perdón oficial.

LA LUCHA DE ZHANG XIANTU

El último reconocimiento tuvo lugar el 28 de diciembre, Día de los Inocentes, un mes después de que Zhang Xiantu falleciera a los 89 años, mientras esperaba las disculpas, que nunca llegaron.

La mujer china se negó a aceptar el dinero del fondo japonés y en el año 2000 junto con otras 15 compatriotas (algunas aún viven en zonas rurales) denunció al gobierno nipón de las violaciones.

«Antes de expirar, animó a sus hijos a seguir con la demanda contra el Estado japonés. Morir sin conseguir una disculpa fue una vergüenza para la anciana», explicó tras su fallecimiento Zhang Shuangbing, un maestro de Primaria sin parentesco con esta mujer. Este profesor chino lleva mucho tiempo investigando y entrevistando a las esclavas sexuales, a las que ha convertido en su causa.

Muchas de las ‘mujeres de confort’ terminaron estériles por la brutalidad de las violaciones y las enfermedades. La coreana Hwang So-Gyun relata uno de los momentos más atroces:

«Un día, una chica nueva llegó al compartimento contiguo. Ella intentó resistirse a los hombres y mordió a uno de ellos en el brazo. Fue llevada al patio y frente a todas nosotras le cortaron la cabeza con una espada. Después despedazaron su cuerpo en trozos pequeños».

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Su compatriota Chong Ok-Sun también aporta su testimonio:

«Tuvimos que atender a más de 5 mil soldados japoneses como esclavas sexuales todos los días, hasta 40 hombres venían a la habitación por día... Cada vez que protestaba, me golpeaban o me metían trapos en la boca. Una vez acercaron una cerilla a mis partes íntimas hasta que yo obedecí. Una niña coreana contrajo una enfermedad venérea por ser violada tan a menudo y, como resultado, más de 50 soldados japoneses fueron infectados. Con el fin de detener la propagación de la enfermedad y para ‘esterilizar’ a la chica, le pusieron una barra de hierro candente en sus partes íntimas».

Aún hoy en día hay quien niega el relato de estas mujeres con el argumento de que las relaciones sexuales con los soldados fueron consentidas a cambio de dinero.

El exjefe de la fuerza aérea japonesa Toshio Tamogami se atrevió a decir que muchas mujeres adornan su testimonio a instancias del Gobierno de Corea del Sur para sacar dinero a Japón. Parece obviar al general Okamura Yasuji, fallecido en 1966, primer oficial en confirmar la existencia de estas esclavas sexuales, así como al médico japonés Masayoshi Matsumoto, quien atendió a varias mujeres que sufrieron enfermedades venéreas después de ser obligadas a acostarse con más de 300 soldados.

Durante su primer mandato, el primer ministro actual, Shinzo Abe, puso en duda en 2007 que estas mujeres hubieran sido coaccionadas, desatando la indignación de los países implicados. Luego lo matizó.

Con información de hoy.es