Cuando una reportera del diario The New York Times tocó las puertas del condominio donde vive la hija del exgobernador de Oaxaca –ella estudia en Manhattan- y hoy asesor principal del presidente Enrique Peña Nieto para el conflicto magisterial, José Murat mostró su enorme molestia y preocupación porque el periódico lo estuviera investigando. Dicen los que saben que don José acudió a ver al magnate Carlos Slim, que tenía una participación accionaria en el periódico y había sido su salvador financiero, para que hablara con Arthur Ochs Sulzberger, quien dirige la empresa, para que aniquilara toda investigación sobre su persona. La respuesta fue negativa. Y ni siquiera, dicen los que saben, porque no hubiera intención o no de ayudarlo, sino por la sencilla razón de que es imposible que Slim, aunque sea el principal accionista individual de la empresa, pueda incidir en la política editorial del diario. Don José extrapoló lo que sucede con la mayoría de los medios mexicanos y pensó que lo mismo pasa en el mundo. Pero no es así. La familia Sulzberger, cuyas acciones minoritarias le permiten el control del diario, mantiene desde hace más de un siglo la conducción única de la línea editorial.