Comerse el miedo

29 de Abril de 2024

Gabriela Sotomayor

Comerse el miedo

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“Fuimos a la calle porque teníamos hambre. Sí, teníamos tanta hambre que nos comimos el miedo y eso nos llevó también a gritar libertad”, afirma la periodista Yoani Sánchez sobre las protestas del 11 de julio en Cuba. En su podcast Ventana 14, la fundadora del diario digital 14YMedio, narra cómo los jóvenes coreaban “no tenemos miedo, patria y vida, las frases más repetidas en las calles de esta isla”.

Los cubanos protestamos “al grito de libertad que, ojo, además de las penurias y la miseria, esto es una protesta social extensiva por algo tan sagrado, tan buscado, tan ansiado en este país como es la libertad. El que le diga a usted que estas protestas no tienen un objetivo político, está mintiendo”. Describe que en la mañana del 13 de julio la isla amaneció militarizada, sin internet, cortaron líneas telefónicas. “La mayoría de los reporteros tienen operativos policiales a las afueras de sus casas, otros están en paraderos desconocidos o fueron arrestados. La prensa independiente está en el ojo del huracán”. Se habla de muertos y desaparecidos, “esa palabra que ha irrumpido con fuerza en la realidad cubana” , denuncia que el relato de lo que pasa en las calles “ha sido secuestrado por el oficialismo” . Siguen las protestas el 12 de julio, pero “la difusión de las manifestaciones se ha limitado mucho, aquí ha jugado un papel importantísimo el acceso a internet’”. Ese mismo internet que llegó a la isla en diciembre de 2018 y que dejó ver otro rostro de la vida cubana. “Las protestas han evidenciado lo que ya sabíamos, lo que latía a través de los mensajes de WhatsApp, que muchos estamos inconformes, que somos más los que queremos un cambio democrático que los que se niegan a hacerlo”.

“La chispa inicial en San Antonio de los Baños cundió como pólvora por toda la isla gracias a la infraestructura virtual. El hecho de que no se difundan las manifestaciones no significa que en la realidad no estén ocurriendo protestas, todavía hay focos a pesar de la militarización. La plaza de la Revolución está tomada por efectivos vestidos de uniforme, otros de civil y otros con machetes”. Alerta que “el monopolio estatal de telecomunicaciones Etecsa se ha prestado para convertirse y funcionar como el brazo represivo tecnológico de la seguridad del Estado. Criticó a Díaz-Canel porque en lugar de reconciliar, de escuchar las demandas, lo que hizo fue dar la orden de combate”. Y continúa: “Vivimos en un régimen dictatorial que es alérgico a la libertad”. En mayo de 2013 conocí a Yoani en el marco del Examen Periódico Universal de Cuba en el Consejo de Derechos Humanos y me dijo: “Mi generación nunca escogió a los gobiernos de Fidel y Raúl Castro. Cuando nacimos y crecimos ya estaban ahí. Nuestros hijos han nacido, crecido y sigue ahí el mismo gobierno. Me parece bochornoso que en este siglo haya un país que transmita el poder por vía sanguínea”. Pensaba que la caída de la dictadura estaba cerca “porque la generación en el poder está muriendo”. Comparó el modelo de los Castro con una vieja casa de La Habana: “Cuando la miras nadie puede creer cómo esa casa sigue en pie. Los balcones están a punto de caer, hay rajaduras y las vigas están oxidadas. Vienen huracanes y la casa sigue en pie. Un día alguien decide arreglar la puerta y cuando saca el primer tornillo de la bisagra la casa, boom, se cae. Eso es lo que va a pasar, al sistema lo van a derrumbar. Pero ¿cuál será el tornillo?” Yoani fue víctima de cuatro “detenciones exprés” que intentaron destrozarla psicológicamente . Denunció cinco mil detenciones similares cada año contra disidentes. Hasta ahora la Alta Comisionada para Derechos Humanos, Michelle Bachelet, no se ha pronunciado contra la represión de las protestas y los ataques a la libertad de expresión. Los cubanos exigen libertad, democracia, un cambio. Vencen el miedo pese al yugo militar. Por décadas han vivido la miseria y la represión del régimen castrista. Parece que encontraron ese tornillo y soplan vientos democráticos en el malecón de La Habana. La casa se tambalea.

Nota para todos los lectores: Regresaré a este espacio después de vacaciones.

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