Memento mori: la inquietante costumbre de fotografiar a los muertos, ¿cómo surgió está tradición victoriana?

2 de Noviembre de 2025

Memento mori: la inquietante costumbre de fotografiar a los muertos, ¿cómo surgió está tradición victoriana?

Durante la era victoriana, fotografiar a los muertos fue una práctica común para mantener viva su memoria ante la ausencia y el dolor.

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Una familia victoriana posa junto a su hija fallecida, retratada como si estuviera despierta y viva.

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Foto: Biblioteca Estatal de Australia del Sur

Una familia victoriana posa junto a su hija fallecida, retratada como si estuviera despierta y viva.
Foto: Biblioteca Estatal de Australia del Sur

En una época en la que la muerte formaba parte cotidiana de la vida, las familias victorianas encontraron una forma tan estremecedora como conmovedora de aferrarse a la memoria de sus seres queridos: la fotografía post mortem. En esas imágenes, los rostros sin vida aparecían serenos, los niños parecían dormidos y los adultos posaban como si aún respiraran. Lo que hoy resulta impensable, en el siglo XIX fue un gesto de amor y duelo.

A falta de retratos en vida —por el alto costo que implicaban—, muchos vieron en esta práctica la única oportunidad de conservar para siempre el rostro de quien habían perdido. La muerte era un visitante frecuente, y la cámara se convirtió en una herramienta para mitigar el vacío, transformando el luto en un recuerdo tangible.

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En la era victoriana, la muerte no era tabú, era parte del álbum familiar. Foto: Biblioteca Estatal de Australia del Sur

¿Qué es la fotografía post mortem?

La fotografía post mortem fue una práctica que surgió durante la época victoriana, entre 1830 y 1900. Su propósito era registrar a los fallecidos poco después de su muerte, retratándolos con una serenidad que contrastaba con la tragedia del momento. Era una forma de decir adiós y, al mismo tiempo, de mantener viva su presencia en los hogares.

Estas imágenes solían acompañarse de una intención simbólica: más que mostrar la muerte, buscaban inmortalizar la apariencia del descanso. Los cuerpos eran acomodados en poses naturales, muchas veces con los ojos abiertos o recostados como si durmieran. Los familiares, vestidos de negro, se fotografiaban a su lado, dando la impresión de una escena cotidiana más que de una despedida definitiva.

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Toda una familia victoriana posa junto a su hija fallecida, retratada como si durmiera. / Foto: Biblioteca Estatal de Australia del Sur

¿Qué métodos usaban los fotógrafos para las fotos post mortem?

Los fotógrafos de la época desarrollaron ingeniosos métodos para lograr que los difuntos parecieran vivos. En algunos casos utilizaban soportes de metal o madera para mantenerlos de pie o sentados; en otros, los colocaban en sillones o camas, rodeados de flores o juguetes si se trataba de niños. La intención era mostrar calma y belleza, no rigidez ni tragedia.

También existían trucos ópticos y retoques posteriores: se pintaban las pupilas sobre los párpados cerrados, se difuminaban sombras o se agregaban detalles para dar sensación de vitalidad. En los estudios fotográficos, el trabajo debía hacerse rápido, pues el cuerpo no podía esperar demasiado. La luz natural y la precisión eran esenciales para capturar la imagen antes de que la realidad del tiempo se impusiera.

Lo macabro se volvía arte, y el dolor encontraba su refugio en una fotografía. Las familias no veían en esas imágenes horror, sino consuelo: era la última oportunidad de tenerlos cerca.

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Fotografía post mortem: la práctica victoriana de retratar a los muertos. / Foto: Biblioteca Estatal de Australia del Sur

¿Hasta cuándo se practicó la fotografía post mortem?

La popularidad de estas imágenes fue disminuyendo con el avance de la fotografía doméstica. Hacia finales del siglo XIX, los retratos en vida se hicieron más accesibles gracias a nuevas técnicas y materiales. Las cámaras portátiles y las instantáneas marcaron el fin de una era: ya no era necesario esperar a la muerte para tener un recuerdo.

Además, las mejoras médicas redujeron las muertes infantiles, lo que transformó la relación de las familias con el duelo y la memoria. La costumbre fue quedando atrás, relegada a los álbumes familiares de tiempos más oscuros, pero también más sinceros con la muerte.

Hoy, las fotografías post mortem son documentos históricos que revelan la sensibilidad de una época que convivía de frente con la pérdida. Imágenes que estremecen, pero también humanizan. Porque, como recordaban los victorianos, “memento mori: recuerda que morirás.”

AM