El tiempo y las oportunidades de zafarse de un problema de dimensiones mayores se le agotan al senador, exsecretario de Gobernación de Andrés Manuel López Obrador y exgobernador de Tabasco. La buena fortuna parece agotada para un hombre que en los últimos tiempos se comportaba como quien piensa estar por encima de la ley, pero sobre todo por encima de las reglas del poder.
Resentido porque no fue el ungido, pero convencido de que no fue un perdedor, arrogante, ensoberbecido al punto de jugarle las contras a la presidenta Claudia Sheinbaum no sólo en el Senado, también dentro de Morena, como quien se considera intocable por ser piedra angular de la construcción de un nuevo maximato, así se comportaba Adán Augusto López hasta hace unos cuantos días.
No entendió, aunque muchos dicen que no quiso escuchar los mensajes, incluso cuando se hizo público el expediente y la causa penal contra su excolaborador y amigo que ahora niega, Hernán Bermudez Requena. Adán Augusto ya había sido factor de malestar en Palacio Nacional por diferentes razones. La primera fue la trampa a Nashelly Ramírez para desbarrancar su candidatura a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos a pesar de llevar la bendición presidencial, para ratificar a un bodrio tan impresentable como incondicional del obradorismo llamado Rosario Piedra. Otra fue su apoyo desmedido, ilegal y políticamente insalvable, contra la recomendación pública de la propia presidenta, a la senadora Andrea Chavez para que, con todo y un grosero roadshow de autopromoción, su consentida apuntalara su precandidatura al gobierno de Chihuahua.
Adán Augusto no se contenía porque no se creía obligado a seguir reglas ni de institucionalidad, ni de urbanidad política, pues a final de cuentas él, con su amigo de juventud, paisano y jefe político, estaba construyendo un nuevo régimen y también escribiendo sus reglas.
Quizá por ese sueño de grandeza no se dio cuenta del momento en que rebasó el límite. Desde Tabasco, a principios del año el gobernador Javier May anunció la investigación contra Hernán Bermudez Requena por su implicación en la infiltración del crimen organizado, La Barredora, en las estructuras gubernamentales del estado desde que él, Bermudez, era secretario de Seguridad Pública y Adán Augusto gobernador. Esa, que por sí sola era una señal de suficiente fuerza para que el senador se alineara, tampoco fue atendida, quizá porque creyó que su amigo Hernán nunca sería aprehendido. Entonces llegó el 13 de septiembre, la ubicación y la detención de Bermudez Requena en Asunción, Paraguay, difundida con amplitud, video de por medio, desde el propio gobierno mexicano. Fue ahí cuando las cosas cambiaron y la actitud del senador también se transformó. Para que no hubiera dudas ni espacios de incertidumbre, las autoridades mexicanas operaron con las de Paraguay para encontrar la figura que evitaría el largo proceso de extradición. Bermudez Requena entró ilegalmente al país y eso fue suficiente para entregarlo a las autoridades mexicanas tras decretar su expulsión. Cuando el miércoles pasado su entrega se confirmó, el mismo Adán Augisto que se ufanaba de no dar entrevistas y no dudaba en demostrar su desprecio por la prensa, improvisó una conferencia de prensa para mostrar que ni tiene miedo ni está nervioso, según él.
Bermúdez Requena fue trasladado a México y a unas horas de su llegada, en la fracción parlamentaria de Morena en el Senado se gestó lo impensable: una rebelión contra el antes poderoso coordinador. La senadora Guadalupe Chavira prácticamente no se guardó nada: Lo encaró, le reclamó, le advirtió que ahí terminaba su reinado, que en adelante las decisiones se tomarían de forma colegiada y él tendría que rendir cuentas sobre el uso de los muchos recursos económicos de la bancada. Cuando los reporteros le preguntaron a Chavira si le habían leído la cartilla al tabasqueño, con todo lo que la expresión significa, respondió: “más o menos”.
En política no existen las casualidades y los hechos indican que el tiempo de alinearse se le pasó al primer embajador del obradorismo en el sexenio. Hoy la señal para Adán Augusto parece haber cambiado. Su acto de contrición ya no es requerido y la embajada ya se le escapó. El nuevo mansaje parece decir: o aprovechas la última oportunidad para hacerte a un lado, o el tren del poder te arrollará sin más contemplaciones.
@EnvilaFisher