Agenda 2050: una visión de futuro para la Ciudad de México

10 de Octubre de 2025

Miriam Saldaña
Miriam Saldaña

Agenda 2050: una visión de futuro para la Ciudad de México

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Miriam Saldaña

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EjeCentral

Como diputada y como ciudadana comprometida con el presente y el porvenir, no puedo quedarme pasiva ante la idea de seguir pensando en una agenda 2030 como si estuviéramos en 2015. Hoy, en 2025, lanzar esa propuesta sería casi un despropósito: en tres años no alcanzaríamos muchas de sus metas y ya sería tarde para que cumpla su propósito transformador. Lo que urge, con urgencia democrática y ambiental, es pensar en una Agenda 2050 para la Ciudad de México, una visión estratégica de largo plazo, audaz, con compromisos reales y continuidad institucional.

En la Secretaría de Medio Ambiente de la CDMX, ya existe un instrumento base para esa visión: la Estrategia Local de Acción Climática 2021-2050 (ELAC), combinada con el Programa de Acción Climática 2021-2030 como punto intermedio. Ese documento no es un simple discurso: define una “visión 2050” con ejes estratégicos —movilidad integrada y sustentable; ciudad solar; basura cero; manejo sustentable del agua; revegetación; calidad del aire; capacidad de resiliencia; cultura climática— que traza el rumbo de la ciudad hacia una transformación real. Pero tener la estrategia no basta si no la asumimos como punto de partida legislativo, presupuestal y de gobernanza. Hoy pienso: ¿por qué no adoptar esa visión de mediano-largo plazo para todo el quehacer del gobierno de la ciudad? Porque mientras la agenda 2030 se acerca su vencimiento, muchas de sus metas quedan inconclusas o a medias. Además, gran parte de esa agenda se diseñó bajo condiciones de contexto distintas, sin la crisis ambiental, hídrica y social que padecemos ahora. Y hay que reconocer: el mundo avance hacia horizontes más lejanos. En Francia, por ejemplo, muchas ciudades y el gobierno nacional ya trabajan con visiones 2040 o 2050, pensando en la neutralidad climática y el urbanismo regenerativo como horizonte obligatorio. Si ellos pueden, nosotros también. En la CDMX ya hay programas con horizonte 2050. En la Secretaría del Medio Ambiente encontramos el Programa Especial de la Red de Infraestructura Verde (PERIVE), que identifica espacios prioritarios con horizonte 2050 para tejer una red de espacios verdes conectados en la ciudad. Esa idea de “ciudad verde conectada” es perfectamente compatible con una agenda legislativa de largo plazo. Pero nuestra lógica legislativa debe abrazar también lo que plantean los mandatos globales. ONU-Hábitat, responsable del ODS 11 (ciudades sostenibles), ya ha enfatizado que los procesos urbanos no pueden pensarse sólo en términos de 2030, sino en términos de continuidad, resiliencia y equidad. Las ciudades del mundo están adoptando la “Nueva Agenda Urbana” en colaboración con ONU-Hábitat como marco guía hacia ciudades más inclusivas, seguras, resilientes y sostenibles.

Por eso, propongo que impulsemos una Iniciativa Legislativa para la Agenda CDMX 2050. Esta deberá incorporar y actualizar las metas intermedias de 2030, pero sin limitarse a ellas. Debe ser normativa: obligatoria para las próximas administraciones, con instrumentos de seguimiento, sanciones, presupuestos vinculados y participación ciudadana vinculante.

Que cada programa sectorial (agua, movilidad, urbanismo, salud ambiental, residuos, energía) revise sus metas con horizonte 2050, y las adapte con base en la ELAC, el PERIVE y los estudios técnicos de cambio climático. Que los presupuestos plurianuales de la ciudad incluyan partidas especificadas para proyectos con horizonte 2050. También una Comisión Legislativa Permanente de Visión Climática 2050, para vigilar avances, presentar informes públicos y garantizar que no se olvide el mediano plazo en medio de urgencias políticas. Que la agenda 2030 no se abandone, sino que se inserte como escalón intermedio dentro de la visión 2050, para evaluar qué quedó pendiente, qué se puede recalendarizar, y qué se descarta.

No acepto que en tres años digamos “fallamos con la agenda 2030”. Ese discurso debe cesar. Estamos a tiempo de pensar con más ambición, con más coherencia y con más responsabilidad para con quienes habitarán la ciudad en 2050: nuestras hijas, hijos, nietas, nietos. La CDMX puede ser una ciudad referencia de transición justa, resiliente, verde, inclusiva. Pero sólo si legislamos con visión, atrevimiento y rigor técnico para mirar más allá del 2030.