En nombre de los derechos de los pueblos indígenas, primero un grupo de diputados oaxaqueños y después el gobernador Salomón Jara, iniciaron una cruzada contra la empresa de ropa y artículos deportivos Adidas, con el supuesto objetivo de obligarla a reparar un también supuesto daño provocado a una comunidad zapoteca, derivado de que la empresa puso a la venta un modelo de sandalia que retoma elementos del diseño de una zapatilla tradicional del pueblo de Villa Hidalgo Yalalag.
Por supuesto, Adidas y cualquier otra empresa privada, igual que muchos particulares, podrían plagiar un diseño ajeno. Negarlo sería una ingenuidad. Sin embargo en este caso, por la velocidad y la forma en que apareció el reclamo, se puede afirmar que no hay un dictamen pericial con valor judicial que indique que, efectivamente, hubo un plagio al diseño de Villa Hidalgo Yalalag, tampoco hay una demanda legal de la comunidad zapoteca reclamando sus derechos de explotación del diseño, y mucho menos una sentencia que derive de un juicio en el que Adidas y el diseñador al que se corresponsabiliza del plagio. Willy Chavarría, hayan sido oídos y vencidos en juicio, es decir declarados culpables a través de un procedimiento legal integral, de apropiarse del diseño de un tercero para obtener beneficios económicos de su explotación. En el extremo, ni siquiera hay un certificado de registro, expedido por el Instituto Nacional de Derecho de Autor, que reconozca a la comunidad entera de Villa Hidalgo Yalalag, como titular de la creación intelectual plasmada en el diseño de esa sandalia porque no se expide ese tipo de certificados.
Lo que sí hay, es un juicio mediático desbordado, acusando a una empresa transnacional de causarle daño a una comunidad indígena, en un tono que parece todo menos conciliador, a cargo de diputados locales y del gobernador. Todos son políticos pero ninguno es representa legal de la comunidad de Villa Hidalgo y por lo tanto, ninguno tiene personalidad jurídica para hablar a nombre de los zapotecos. Por supuesto, ninguno de los que han alzado la voz por la comunidad ha acudido a los procedimientos y las instancias adecuadas para reclamar el pago de regalías o la indemnización correspondiente a la comunidad.
Nadie puede estar a favor de que un tercero, menos una empresa gigante, explote sin pagar la justa regalía, la creación de otro, y por supuesto menos si ese otro es un grupo vulnerable. Pero la pregunta es si se trata de prohibir que esos diseños se utilicen por parte de grandes empresas y casas de moda, o se trata de lograr que ese uso, que los pude llevar a mercados mundiales a los que las comunidades indígenas no llegarían por sí mismas, sea remunerado de forma justa a las comunidades titulares de un derecho de propiedad colectivo, por diseños desarrollados por uno o varios de sus ancestros, y nunca registrados.
Existe una Ley Federal de Protección del Patrimonio Cultural de los Pueblos y Comunidades Indígenas y Afromexicanas que reconoce los derechos colectivos e individuales de las comunidades sobre su patrimonio cultural. Este es un tema de justicia social, pero también de creación de oportunidad de negocio en beneficio de las comunidades indígenas, pero también de aquellas empresas que decidan correr el riesgo de comercializar sus diseños.
Los discursos que alegan daño y exigen justicia, en boca de políticos, no buscan el beneficio de esas comunidades sino medrar a favor del capital político de quienes los pronuncian. Se llama oportunismo y no justicia social. Ni el gobernador, ni los diputados son representantes legales de la comunidad de Villa Hidalgo y Adidas no tendría que negociar con los políticos, sino con los abogados de la comunidad, para realmente beneficiar a los integrantes del pueblo zapoteco. La apropiación cultural debe hacerse valer en un procedimiento legal y no en un discurso político.
El populismo avanza en diferentes frentes, pero todos confluyen en una misma consecuencia que bien podría ser meta: el empobrecimiento de las comunidades y la agudización de la dependencia de las dadivas gubernamentales, siempre insuficientes para modificar estructuralmente las condiciones de vida, pero eficientes para asegurar obediencia coyuntural.
@EnvilaFisher