Cárteles mexicanos imitan medicamentos

23 de Julio de 2025

Pablo Reinah
Pablo Reinah
Periodista con 28 años de experiencia en televisión, radio y medios impresos. Ganador del Premio Nacional de Periodismo 2001, ha trabajado en Televisa, Grupo Imagen y actualmente conduce el noticiero meridiano en UNOTV. Ha colaborado en medios como Más por Más, Excélsior y Newsweek. Es autor del libro El Caso Florence Cassez, mi testimonio y asesor en medios de comunicación.

Cárteles mexicanos imitan medicamentos

Pablo Reinah columnista

Estados Unidos ha lanzado una advertencia urgente. Detectaron un alarmante aumento de píldoras contaminadas con metanfetamina que imitan fármacos como Adderall o Xanax. Estas pastillas no provienen de laboratorios farmacéuticos, sino de cocinas clandestinas operadas por cárteles mexicanos acusa la fiscal general de Estados Unidos, Pam Bondi.

El objetivo es claro y cruel: hacer adictos de forma rápida, especialmente entre los jóvenes que buscan algo para estudiar mejor, dormir mejor o simplemente escapar por un rato.

Y es que las drogas no siempre se presentan en forma de jeringas o polvos ocultos. Ahora vienen en pastillas de colores, con formas conocidas y hasta nombres que suenan a medicamentos legales. Pero detrás de esa apariencia inofensiva se esconde una amenaza silenciosa y letal de la metanfetamina.

La estrategia es perversa. Tomar algo que parece “seguro” baja la guardia del consumidor. Pero una sola dosis puede enganchar, dañar el cerebro o incluso matar. Ya no se trata solo de advertir sobre las drogas duras que se ven en las calles. El enemigo se disfraza de medicina, circula por redes sociales, se entrega a domicilio y cobra víctimas que no sabían en qué se estaban metiendo.

El problema no es exclusivo de Estados Unidos. México también enfrenta una crisis silenciosa. En la última década, el consumo de metanfetaminas se ha disparado, cruzando todos los estratos sociales. Lo más grave: cada vez son más accesibles, más baratas y más potentes. Y mientras tanto, los grupos criminales refinan su producción y expanden su mercado a nivel global.

Hoy, una pastilla puede parecer inofensiva. Pero detrás puede haber una trampa diseñada para destruir vidas. No es exageración ni moralismo: es una emergencia de salud pública que exige acción, información y decisión. Fingir que no pasa nada, o pensar que a “nosotros no nos va a tocar”, es exactamente lo que estos grupos esperan.

La droga ya no se esconde. Se disfraza. Y ésa es, precisamente, la mayor trampa.