Los ríos que nacen del Nevado de Toluca

5 de Agosto de 2025

Miriam Saldaña
Miriam Saldaña

Los ríos que nacen del Nevado de Toluca

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Miriam Saldaña

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EjeCentral

Desde la majestuosidad del Nevado de Toluca brota un regalo que pocos reconocemos: agua limpia, fresca, cargada de minerales valiosos. Sin embargo, en la Ciudad de México no aprovechamos ni un solo metro cúbico de ese recurso. En vez de capturarla, infiltrarla, tratarla y distribuirla, esa agua se mezcla con aguas pluviales y residuales canalizada directo al drenaje y se pierde. Estudios de la UNAM confirman que los escurrimientos de alta montaña y manantiales nacidos en la zona volcánica contienen facies típicas bicarbonatadas —HCO₃⁻–Ca, HCO₃⁻–Ca–Na y HCO₃⁻–Na–Ca— con presencia de sílice disuelta, calcio, magnesio e incluso trazas naturales de hierro y manganeso. Esa química mineral se deriva de la interacción con rocas volcánicas, y con tratamiento adecuado puede ser potabilizada y ser fuente segura de agua para consumo humano.

La CDMX enfrenta una crisis hídrica alarmante: recurre en más del 60 % al bombeo de pozos profundos y no logra reducir fugas que representan cerca de 30–40 % del agua distribuida. Mientras tanto, la Ciudad de México continúa drenando sus ríos. Ríos La Piedad, Churubusco, Consulado y San Joaquín fueron entubados y hoy transportan aguas residuales y pluviales. A cuerpos de agua estratégicos les hemos dado como destino el drenaje profundo y, con ello, renunciamos a la posibilidad de captar, infiltrar y potabilizar el vital líquido para nuestro uso y aprovechamiento. Esto refleja una pérdida histórica de cuerpos naturales que antes abastecían parte de la ciudad, hoy olvidados y contaminados. Por otra parte, la ONU, en su Informe Mundial sobre los Recursos Hídricos 2025, identifica que las montañas proveen hasta el 60 % del agua dulce utilizada por millones de personas en el mundo. Se resalta que los escurrimientos de las zonas montañosas son cruciales para garantizar agua potable accesible y de calidad lo que implica su captación y gestión sostenible, justo lo que no estamos haciendo. Aunque esa agua mineral pura desciende hacia cuencas vecinas, prácticamente no se utiliza en redes de distribución. En su lugar, gran parte simplemente se deriva a sistemas de drenaje, sin haberse integrado para consumo humano. Mientras tanto, naciones desarrolladas han diseñado mecanismos de captación modular y tratamiento directo de agua de montaña para uso doméstico. En países alpinos como Suiza, la población abre la llave de sus hogares y bebe agua que proviene, potable, de sus montañas.

SEDEMA misma reconoce el enorme potencial de la lluvia la mitad puede infiltrarse naturalmente, pero también cuantifica pérdidas por falta de infraestructura adecuada para recuperarla. En pleno Siglo XXI carecemos de drenaje pluvial. Si esto ocurre con la lluvia urbana, ¿por qué sorprendería que los escurrimientos de alta montaña también terminen diluidos en el drenaje metropolitano? Necesitamos dar el salto de la retórica a la ingeniería aplicada. Propongo una política integral para captar, infiltrar y potabilizar los escurrimientos de alta montaña. Necesitamos microplantas potabilizadoras cerca de los nacimientos, sistemas de recarga inducida para reforzar el acuífero y un plan metropolitano para restaurar y rescatar los ríos entubados. Asimismo darle a nuestras presas la vocación de captura de agua para nuestro consumo. También es urgente reducir drásticamente las fugas, porque ningún esfuerzo de captación servirá si seguimos desperdiciando casi la mitad del recurso.

Imaginemos un futuro hídrico sostenible para la Ciudad de México sin necesidad del sistema Lerma Cutzamala.