Más de 10 mil millones de pesos invertidos por el presidente Andrés Manuel López Obrador en el Bosque de Chapultepec no son una cifra menor: son un mensaje. Un recordatorio de que, cuando la ciudad decide apostar por su naturaleza, puede transformar su futuro. me gusta pensar en la ciudad como algo vivo, con pulmones, arterias y raíces. Y en medio del concreto y el asfalto, hay rincones que respiran por nosotros: espacios que, con sus árboles, su sombra y su historia, sostienen más de lo que imaginamos. Hoy pienso en el Bosque de Chapultepec y en lo esencial que representa para la Ciudad de México si lo cuidamos de verdad. En 2023 se decretó formalmente una Cuarta Sección para Chapultepec: con esa incorporación su extensión total quedó oficialmente en 866.37 hectáreas, de acuerdo con el Programa de Manejo del Bosque de Chapultepec publicado por SEDEMA. Este documento reconoce al bosque como un Área de Valor Ambiental con categoría de bosque urbano. Dentro de ese bosque no hay sólo árboles: hay historia, cultura y patrimonio vivo. Chapultepec no es únicamente un espacio natural, sino un crisol simbólico: una combinación de naturaleza, memoria, recreación e identidad urbana. La SEDEMA impulsa el programa “Bosques por Siempre”, enfocado en el suelo de conservación y las zonas de recarga hídrica, esenciales para garantizar los servicios ambientales que sostienen la vida urbana. Según datos oficiales de 2025, se han establecido 7,283,289 plantas entre árboles, arbustos y especies nativas lo que representa el 72.8% de la meta anual de 10 millones. Además, se han restaurado 6,414 hectáreas, una superficie mayor a siete veces la extensión total del Bosque de Chapultepec. Estas acciones no se limitan a embellecer la ciudad: tienen un impacto directo en la recarga de acuíferos, la captación de carbono, la regulación climática y la conservación de biodiversidad. El suelo de conservación es la barrera natural que protege el bosque de agua y garantiza la infiltración de agua hacia los mantos que abastecen a gran parte de la población capitalina. Además, en la Ciudad de México hemos incorporado herramientas como la MAU (Metodología de Armonización Urbana), que permite evaluar criterios ambientales, sociales y territoriales para garantizar que cada intervención pública actúe en armonía con el entorno natural. Su uso nos ayuda a tomar decisiones más sustentables y orientadas a la protección del territorio. De igual manera, la colaboración con organismos internacionales como la IUCN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) nos permite alinear nuestras políticas con estándares globales de conservación. Su trabajo en monitoreo, manejo de biodiversidad y fortalecimiento de áreas verdes urbanas es un referente que impulsa a la CDMX a mantener criterios de conservación más rigurosos y efectivos.
Conservar, restaurar y valorar estos espacios no puede ser un deseo: debe ser un compromiso. La grandeza de Chapultepec no está sólo en sus hectáreas, sino en lo que representa para quienes vivimos aquí. Y la fuerza del suelo de conservación no está solo en los millones de plantas sembradas, sino en las vidas que sostiene cada día.