El cierre silencioso de las elecciones. Entre papel, datos y futuro

9 de Diciembre de 2025

Cecilia Aída Hernández Cruz
Cecilia Aída Hernández Cruz
Consejera Electoral del Instituto Electoral de la Ciudad de México

El cierre silencioso de las elecciones. Entre papel, datos y futuro

Columna invitada_Redes

Estamos por cerrar 2025 y, como en la Ciudad de México prácticamente todos los años tenemos elecciones, cada fin de año el Instituto Electoral realiza un proceso que pocas veces acapara la conversación pública, pero que es esencial para el ciclo electoral democrático: la destrucción de la documentación. Se trata de un procedimiento técnico, normado y acompañado por diversas instancias que vigilan su cumplimiento.

Este año hablamos de unas 166 toneladas de papel electoral: 137 toneladas corresponden a boletas y documentación auxiliar utilizada en la elección del Poder Judicial de la Ciudad de México y cerca de 13 toneladas a documentación utilizada en la Consulta de Presupuesto Participativo. Asimismo, se incorpora documentación institucional que ya cumplió su periodo de conservación, determinado por la legislación archivística y que debe ser dada de baja. Lejos de ser un acto burocrático, se trata de un paso necesario para cerrar procesos, liberar espacio y garantizar que la cadena de custodia se cumpla de principio a fin.

Antes de comenzar con el proceso de destrucción, una muestra de boletas es separada por las direcciones distritales, para la realización de un estudio del voto nulo. Este análisis, que ya se ha institucionalizado, es clave: permite identificar errores recurrentes, marcas involuntarias o confusiones que provienen del diseño o de la forma en que está presentada la información y nos permiten realizar mejoras a las boletas.

Como prácticamente todos los procesos que realizamos en organización electoral, el procedimiento de destrucción tiene una metodología clara. Todo inicia con un plan que determina cuánta documentación debe resguardarse para el estudio del voto nulo. Las direcciones distritales reciben instrucciones precisas, separan la muestra correspondiente y la trasladan a oficinas centrales, donde la Dirección Ejecutiva de Organización Electoral y Estadística la concentra, valida y clasifica. El resto de la documentación se traslada al Almacén de Materiales Electorales del IECM.

A partir de ahí, de acuerdo con la fecha acordada con la empresa especializada, se pesa la documentación, se traslada y se destruye mediante trituración simple. Una vez triturado, el papel se compacta en pacas destinadas al reciclaje. El IECM recibe un monto por esta entrega; aunque no cubre ni remotamente el costo de impresión de millones de boletas, sí contribuye a cerrar el ciclo de manera responsable y a reducir la huella de carbono. En años recientes, la mayor parte del papel electoral procesado ha sido efectivamente reciclado, integrándose otra vez a cadenas productivas sin comprometer la seguridad de la información. En este importante proceso, la Contraloría interna, la Oficialía Electoral y personas observadoras de la Red de Observación del IECM -que así decidan hacerlo- están presentes.

Esta actividad nos abre una ventana para pensar en el futuro de la votación en la Ciudad de México. El IECM tiene más de 13 años de experiencia operando un sistema seguro de votación por Internet, que hoy está disponible para toda la ciudadanía en mecanismos de participación ciudadana, como el presupuesto participativo. Su uso ha demostrado que no sólo es posible, sino que puede reducir costos, tiempos y, sobre todo, toneladas de papel. Si bien es cierto que, en general, la ciudadanía aun no consolida la herramienta como su primera opción de votación, permite brindar otra posibilidad para ejercer su derecho de forma rápida, cómoda y segura.

También me parece que es momento de revisar si las once medidas de seguridad que actualmente tiene la boleta deben mantenerse sin cambios. Es válido preguntarnos si la utilización, por ejemplo, del papel seguridad, podría reducir los costos de la impresión de la documentación, sin comprometer la integridad del voto. Especialmente pensando en la concurrencia de las votaciones en todo el país y el incremento de elecciones que se tendrán en 2027.

Finalmente, conviene recordar que la democracia no sólo ocurre el día de la elección. También está en la forma en que cerramos sus ciclos, auditamos sus procesos, aprendemos de sus errores y buscamos que cada ejercicio sea más claro, más accesible y más sostenible para la ciudadanía.