El ocaso del boxeo mexicano

24 de Julio de 2025

Fernando Vargas Nolasco

El ocaso del boxeo mexicano

Columna invitada_Redes

El boxeo, ese noble arte de la defensa y el ataque, ha sido durante décadas el pulso de México, una fuente inagotable de orgullo y de ídolos que con cada golpe forjaban la identidad de un pueblo. Nombres como Julio César Chávez, Ricardo “Finito” López, Salvador Sánchez y Rubén “Púas” Olivares resuenan en la memoria colectiva como leyendas, titanes que trascendieron el cuadrilátero para convertirse en símbolos de resiliencia y grandeza. Sus peleas no eran solo encuentros deportivos; eran epopeyas que paralizaban al país, uniendo a familias frente al televisor, al borde del asiento, con el alma en un puño.

Hoy, la realidad es muy distinta. El boxeo mexicano, aunque sigue generando talentos, parece haber perdido el brillo de antaño, sumergido en una decadencia que ha erosionado su credibilidad y la conexión con esa afición que antaño lo elevó a los altares. ¿Qué ha pasado con la mística? ¿Dónde están esos ídolos inquebrantables que nos hacían vibrar?

La respuesta, lamentablemente, se encuentra en una compleja red de intereses económicos, de marketing y mediáticos que han rebasado por mucho al deporte en sí. Las promotoras, las televisoras y los patrocinadores han tomado las riendas, priorizando el espectáculo sobre la esencia. Se construyen narrativas artificiales, se inflan récords y se pactan peleas que, más que desafíos deportivos, parecen meras exhibiciones de mercadotecnia. El camino hacia la cima ya no se basa únicamente en el talento y la disciplina, sino en la capacidad de generar rating y ganancias.

Casos como el de Julio César Chávez Jr. son un doloroso recordatorio de esta triste realidad. Heredero de una leyenda, el “Junior” cargó sobre sus hombros el peso de un apellido inmenso, pero su carrera se vio constantemente empañada por la falta de disciplina, las controversias y las decisiones cuestionables, exhibiendo una fragilidad que contrastaba brutalmente con la férrea voluntad de su padre. Su declive no solo fue el de un boxeador, sino el de la esperanza de ver la gloria pasada resurgir.

Y qué decir de Canelo Álvarez, el nombre que hoy domina el panorama del boxeo mundial. Indudablemente un atleta talentoso y dedicado, el Canelo ha logrado cifras multimillonarias y un reconocimiento global. Sin embargo, su trayectoria no ha estado exenta de críticas. La selección de sus rivales, las decisiones controvertidas de los jueces y la percepción de que en ocasiones se le ha “protegido” para mantener su estatus de invicto, han generado un persistente debate sobre la legitimidad de su estrellato. Para muchos puristas, el Canelo, a pesar de sus logros, no encarna la misma esencia de los ídolos de antaño, aquellos que se forjaban en la adversidad y no necesitaban de un andamiaje comercial tan robusto.

La añoranza de los verdaderos ídolos es palpable. Aquellos que peleaban con el corazón en la mano, que enfrentaban a los mejores sin importar el costo, que perdían y se levantaban con más fuerza. Esa era la estampa del boxeador mexicano, un guerrero estoico que representaba la lucha diaria de millones de personas.

El boxeo mexicano se encuentra en una encrucijada. Para recuperar su grandeza y su credibilidad, necesita una purga. Requiere volver a las raíces, priorizar el mérito deportivo, fomentar el desarrollo genuino de talentos y, sobre todo, permitir que surjan nuevos ídolos que inspiren, no por su capacidad de generar ingresos, sino por su valentía, su técnica y su inquebrantable espíritu de lucha. Solo así, con el cuadrilátero como altar y no como escaparate, el boxeo mexicano podrá recuperar el lugar que le corresponde en el corazón de su gente.

¿Qué otro aspecto del boxeo actual crees que contribuye a esta percepción de decadencia?

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