1. Ahora ha sido la Organización de Cooperación para el Desarrollo Económico (OCDE) quien ajusta las expectativas sobre el crecimiento económico del país, llevándolas de un escenario pesimista de -1.3 a otro positivo de 0.4%, dependiendo de si México logra reducir la incertidumbre comercial y rescatar el Acuerdo Trilateral de Comercio con Estados Unidos y Canadá (USMCA ó TMEC, según sus siglas en inglés o en español). Ciertamente, los fundamentos macroeconómicos del país ayudan a evitar una previsión de derrumbe, pues México sigue contando con casi 240 mil millones de dólares en las reservas monetarias y una línea de crédito disponible en el Fondo Monetario Internacional por otros 75 mil millones de dólares, si se necesitaran.
El país cuenta también con finanzas públicas no comprometidas por un gasto desbordado o algún excesivo peso de la deuda. Pero es el peso de la relación económica con los Estados Unidos lo que sigue prevaleciendo. Es decir, la incertidumbre económica y comercial podría reducirse sustancialmente con el acuerdo trilateral, en mal fario con otro golpe arancelario del 50% al acero y aluminio.
2. Esta valoración coincide con la que recientemente hiciera el Banco de México, al estimar el crecimiento posible entre -0.5 y 0.7% con promedio probable de 0.1%, lo que devuelve positividad a la economía, en un ambiente de tantos riesgos e incertidumbre en el que salir tablas, como lo prevé el sector privado, ya es ganancia. Para 2026, la OCDE estima un crecimiento de 1.1% en la economía mexicana en tanto que considera una desaceleración pronunciada en la de Estados Unidos ante la inestable política arancelaria asumida por la administración Trump, que le llevará de un 2.7% previsto a inicios del año, a quizá sólo 1.5%.
3. Hasta hace muy poco, días antes de la inauguración de la administración Trump, las estimaciones de los organismos financieros multilaterales eran cautas pero todavía optimistas. Se estimaba un crecimiento de la economía mundial del 3.3%; los Estados Unidos, la locomotora del mundo, podrían crecer 2.75% en tanto que China estaría en un 4.6% y México en 1.4%, muy por debajo de las previsiones del gobierno mexicano pero en línea con las de Banxico. Sin embargo, tras la avalancha proteccionista del presidente Trump, todas las previsiones han ido en caída libre perfilando un menor dinamismo de las economías.
4. Las medidas arancelarias, dijo entonces Kristalina Georgieva, directora del FMI, representan un riesgo significativo para las perspectivas globales en momentos en que el crecimiento de por sí es lento. El crecimiento será dispar e incierto y una de las preocupaciones esenciales es el comportamiento de la inflación, que pudiera repuntar en tanto que los aranceles son esencialmente impuestos al consumo y afectan el nivel de precios. Las perturbaciones en el comercio internacional podrían interrumpir el proceso de desinflación y por tanto, la normalización de las políticas monetarias.
Por su parte, las previsiones del Banco Mundial tampoco son muy halagüeñas. En tanto banca de desarrollo, suele funcionar muy bien en tiempos de dificultades económicas pero de cierta regularidad internacional. Por lo pronto, se ha pausado la financiación para remediar el cambio climático o auspiciar la transición energética así como los objetivos de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas.
5. Es por ello que al próxima reunión del Grupo de las 7 economías más grandes de Occidente, a realizarse del 15 al 17 de junio próximo en Kananaskis, provincia de Alberta en Canadá, reviste singular importancia, no sólo porque el mundo espera señales de moderación de la política arancelaria de la administración Trump, sino también porque podrían estar presentes los dirigentes de los países integrantes del acuerdo trilateral de América del Norte, si es que México decide aceptar la invitación que le ha hecho el premier Mark Carney a la presidenta Claudia Sheinbaum. No es que las cosas allí vayan a resolverse, pero pueden ser un buen punto de partida para mejorarlas.