En el Instituto de Geografía de la Universidad Nacional Autónoma de México, la ciencia vuela alto. La nueva aeronave K’usam, cuyo nombre en lengua maya significa golondrina, representa un símbolo de resistencia, trabajo y perseverancia. Pero más allá de la metáfora, K’usam encarna una herramienta científica de vanguardia que revolucionará la manera en que entendemos y protegemos nuestro territorio. Se trata de una avioneta Cessna F-06, de doble motor y carga ligera, capaz de volar a 6,000 pies de altura —más de 1,800 metros—, suficiente para sobrevolar los volcanes y sierras más altas del país. Está equipada con un barredor LIDAR (Light Detection and Ranging), un sensor láser que genera 2.7 millones de lecturas por segundo, lo que permite obtener modelos tridimensionales del terreno con precisión centimétrica. A ello se suman cámaras hiperespectrales, térmicas y de radar, capaces de registrar diferencias de temperatura, humedad y composición de materiales sobre la superficie terrestre. Con esta tecnología, cada vuelo equivale a una expedición científica. El LIDAR no solo mide la topografía visible, sino que puede “ver” debajo de la vegetación, retirando digitalmente árboles y arbustos para revelar la forma real del terreno. Esto es fundamental para identificar zonas de riesgo por inundaciones, deslaves o hundimientos diferenciales del suelo, fenómenos que afectan de manera recurrente a diversas zonas del Valle de México. El Laboratorio Aéreo del Instituto de Geografía de la UNAM ha generado ya nubes de puntos en alta resolución en regiones como Saltillo, Coahuila, donde se logró mapear la totalidad del relieve urbano y natural con una exactitud sin precedentes. Cada punto de esos millones representa una coordenada en el espacio; al sumarlos, se obtiene una imagen 3D de árboles, viviendas, edificios, calles y cauces de agua. En comparación, el último modelo LIDAR disponible para la Ciudad de México fue presentado por el INEGI en 2007, con una resolución veinte veces menor a la que hoy produce K’usam. En casi dos décadas, la ciudad se ha transformado profundamente; por ello, contar con un nuevo modelo actualizado es una necesidad urgente. Desde mi responsabilidad pública, impulsaré que esta valiosa información sea integrada al Atlas de Riesgos de la Ciudad de México, de modo que los datos tridimensionales obtenidos por la UNAM fortalezcan nuestras estrategias de prevención y respuesta ante fenómenos naturales o estructurales. Con esta herramienta, podremos localizar los focos rojos de mayor peligro y definir zonas de atención prioritaria donde la acción institucional debe ser inmediata. La importancia de generar y mantener este mapa a disposición pública no puede subestimarse. Arquitectos, ingenieros, urbanistas y especialistas podrían acceder a esta información para mejorar proyectos, actualizar planos y desarrollar propuestas más seguras y sustentables. Cuando el conocimiento se comparte, la prevención se multiplica. El caso de la barranca de Jalalpa ilustra la urgencia de contar con este tipo de herramientas. Muchas familias construyeron sus viviendas sin asesoría técnica ni estudios de suelo. En algunos puntos, los procesos gravitacionales —coloquialmente conocidos como deslaves— han provocado la pérdida de estabilidad estructural; incluso se observan tubos de PVC expuestos, colocados por los propios vecinos para evacuar sus aguas residuales al cauce del Rio Becerra. Estas zonas representan un riesgo inminente y requieren atención inmediata. Gracias al mapeo aéreo de K’usam, podremos identificar con precisión grietas, pendientes y desplazamientos del terreno para actuar antes de que ocurra una tragedia.
Además, esta cartografía tridimensional permitirá actualizar el catastro urbano de la Ciudad de México, una herramienta indispensable para el ordenamiento territorial, la planeación de servicios y la gestión del suelo. El proyecto ejecutivo para el rescate del Río La Piedad también se beneficiará de esta información. La modelación digital del subsuelo, los cauces y las zonas urbanas adyacentes permitirá diseñar una propuesta integral que combine ingeniería, ecología y planeación urbana.
La importancia de esta información para el Plan General de Desarrollo de la CDMX, del cual se acaba de publicar la convocatoria para la consulta pública.