En el verano de 1975 se inauguró con bombo y platillo una de las obras de infraestructura más importantes en la historia de nuestro país: el Sistema de Drenaje Profundo de la Ciudad de México. Aunque permanece fuera de la vista, su funcionamiento es vital para que esta enorme metrópoli no se colapse cada temporada de lluvias. La primera etapa abarcó 67 kilómetros de túneles, construidos a profundidades de hasta 220 metros y con diámetros de hasta 7 metros. Su trazo conecta la Ciudad de México con el Valle del Mezquital, en Hidalgo.
Hoy, este sistema alcanza los 272 kilómetros de longitud, convirtiéndose en la obra subterránea más extensa del país y casi cinco veces mayor que el Eurotúnel entre Reino Unido y Francia. “La Obra Oculta” nació como respuesta a las recurrentes y devastadoras inundaciones sufridas entre 1930 y 1950, agravadas por el hundimiento acelerado del Valle de México.
Se eligió esta solución frente a otras propuestas menos eficaces. Su construcción implicó una hazaña técnica y humana: participaron más de 11 mil trabajadores, 500 ingenieros y 7 empresas mexicanas agrupadas en el consorcio Túnel S.A., encabezado por la prestigiada ICA.
Sin embargo, no todo fue éxito sin costo. Más de 50 trabajadores perdieron la vida en el proceso. Hoy, desde el Congreso de la Ciudad de México, se busca honrar su memoria y reivindicar su sacrificio. Porque sin esas manos obreras, no existiría el sistema que, hoy por hoy, impide que la ciudad colapse bajo el agua.
Cada temporada de lluvias es una prueba más de su importancia. Sin el Drenaje Profundo, la Ciudad de México se convertiría en un lago de aguas negras, con consecuencias catastróficas para la salud, la movilidad y la vida cotidiana. Su existencia nos recuerda algo esencial: una ciudad de 25 millones de habitantes no puede sobrevivir sin obras hidráulicas y sanitarias a la altura de su complejidad.
Sin embargo, hoy enfrentamos un rezago preocupante en infraestructura sanitaria. Millones de personas —sobre todo en zonas marginadas— carecen de agua entubada, de sistemas de recolección adecuados o de inversiones que garanticen condiciones mínimas de salubridad. La desigualdad en el acceso a servicios básicos es una deuda histórica que no puede seguir postergándose.
Otro punto olvidado es el valor simbólico de esta obra. El “Monumento a los Trabajadores”, realizado por la escultora Ángela Gurría, ubicado en Tenayuca, ha sido transformado en una preparatoria. Esta pieza, creada para rendir homenaje a los obreros del drenaje, es hoy invisible para la mayoría. Urge rescatar estos espacios públicos y devolverles su sentido: son parte de nuestra memoria histórica y social, especialmente porque fue una mujer quien lo concibió hace 50 años, en un ámbito dominado por hombres.
El Drenaje Profundo también conecta distintos momentos políticos. Fue inaugurado por el presidente Luis Echeverría; durante el periodo neoliberal se amplió; y en 2019, el presidente Andrés Manuel López Obrador, junto con la entonces jefa de Gobierno y hoy presidenta de la República, Claudia Sheinbaum, inauguraron el Túnel Emisor Oriente, su etapa más reciente. En tiempos donde el cambio climático, la escasez de agua y la desigualdad nos exigen acciones urgentes, mirar al pasado puede ofrecernos grandes lecciones.
Porque lo verdaderamente profundo no siempre se ve… pero sí se vive.