La nueva dinastía

3 de Diciembre de 2025

Fernando Vargas Nolasco

La nueva dinastía

Fernando Vargas  Nolasco_web.jpg

Fernando Vargas Nolasco

/

EjeCentral

El futbol americano en México tiene un nuevo (y no tan nuevo) monarca, y con él se reavivan debates que son tan antiguos como el ovoide mismo en nuestros campos. Este fin de semana, la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) logró una hazaña monumental al coronarse campeón de la Liga Mayor de la ONEFA. Lo hizo de la forma más dulce para un rival: rompiendo el invicto del gran favorito, el Tecnológico de Monterrey, Campus Monterrey, en su propia casa.

La victoria de los Auténticos Tigres no solo fue una revancha histórica, sino una declaración contundente que cimbró las sólidas bases que el Tec había construido a lo largo de la temporada. Para el aficionado y el analista, esta final fue un recordatorio de que la pasión y la ejecución táctica pueden, a veces, superar al músculo financiero.

EL OVOIDE, UNA TRADICIÓN MEXICANA

El futbol americano no es un deporte importado que apenas esté echando raíces; es una parte ineludible de la historia deportiva nacional. No es casualidad que escenarios legendarios como el antiguo Estadio de la Ciudad de los Deportes y el majestuoso Estadio Olímpico Universitario se construyeron originalmente con la configuración y las dimensiones perfectas para el emparrillado. Este deporte es tradición en el ADN de las grandes instituciones públicas.

La rivalidad entre el Politécnico Nacional (IPN) y la UNAM, los Pumas y las Águilas Blancas, es el Clásico Nacional de la ONEFA, una historia de leyenda que ha llenado estadios y formado generaciones de deportistas. Sin embargo, en la era moderna, esa épica lucha se ha visto opacada por la realidad económica.

LA DESIGUALDAD DEL EMPARRILLADO

Aquí es donde entra el elefante en la habitación. Las instituciones históricas y públicas, como la UNAM y el IPN, operan bajo un sistema que, si bien es noble y universal, las pone en una clara desventaja competitiva. Al carecer de un robusto sistema de becas deportivas similar al que ofrecen las universidades privadas, simplemente no pueden competir en igualdad de condiciones para atraer al talento.

Esta brecha se agrava con el tema del “pirateo” de jugadores, que comienza a manifestarse desde las categorías inferiores. Los prospectos con mayor potencial son seducidos desde temprana edad por los beneficios educativos y económicos de las instituciones privadas, dejando a los equipos públicos con la difícil tarea de desarrollar talento desde cero sin la garantía de retenerlo.

La final de la UANL contra el Tec nos recuerda que la excelencia existe en la Liga Mayor, pero también subraya que, mientras no se equilibre el campo de juego en términos de apoyo y becas, la historia del futbol americano en México seguirá siendo escrita, en gran medida, por aquellos que pueden ofrecer más que solo el prestigio de un gran escudo. La pasión está intacta, pero la balanza, hoy por hoy, se inclina claramente hacia el músculo de las instituciones con capacidad económica.