La reaparición que incomoda

2 de Diciembre de 2025

Brenda Peña
Brenda Peña
Periodista mexicana con más de 20 años de experiencia. Originaria de Baja California Sur y egresada de la Universidad Autónoma de esa entidad, trabajó en TV Azteca como reportera y conductora, y colaboró con Ricardo Rocha en Radio Fórmula. Ha participado en Latinus y Heraldo de México, y actualmente forma parte del podcast Cuarto para las Cuatro.

La reaparición que incomoda

Brenda Peña

Brenda Peña.

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EjeCentral

La reaparición pública —y mediática— de Andrés Manuel López Obrador este 30 de noviembre, tras más de un año lejos de los reflectores, no puede interpretarse como un gesto neutral. Fue un acto calculado, que revela intenciones de peso político. En un video desde su rancho en Palenque, Chiapas, presentó su nuevo libro Grandeza, orientado a reivindicar la herencia cultural de los pueblos originarios. A la par, emitió un claro respaldo a la actual presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, y dejó en claro las condiciones bajo las cuales volvería a la escena pública: defender la democracia, la soberanía nacional o la integridad del gobierno en caso de amenaza.

Resulta legítimo que un exmandatario pretenda compartir reflexiones sobre su legado o ideas culturales. Sin embargo —y aquí radica la contradicción— declara estar “jubilado”, alejado de la práctica política activa, mientras simultáneamente posiciona su voz como referente moral del poder: amenaza con salir a las calles si “se atenta contra la democracia” o si “acosan” al gobierno. Esa ambivalencia —retirado, pero presto a intervenir— genera ruido sobre su verdadera disposición: ¿un retiro sincero o una estrategia de co-gobierno desde la sombra?

Por otra parte, la editorialización de su reaparición —en formato de video, redes, autopromoción literaria— llega en un momento políticamente sensible para su proyecto. Tensiones internas en su partido, cuestionamientos hacia figuras clave, debates sobre liderazgo y rumbo de la “cuarta transformación”. Difícil no interpretar “Grandeza” como un acto de autoafirmación política, más que cultural.

En este contexto, cabe preguntarse: ¿era necesario este regreso mediático? Si su retiro era voluntario y su sucesora ya gobierna, lo prudente habría sido permitir que las instituciones y funcionarios electos construyeran su propia legitimidad, sin echar mano constante del referente fundador. La presencia de figuras pasadas, aún con buenas intenciones, complica la consolidación de renovación generacional y diluye la responsabilidad política actual.

Asimismo, al presentarse como “jubilado” mientras advierte que volvería en caso de “amenaza”, envía un mensaje ambiguo al sistema democrático, parece inocuo ahora, pero en cualquier momento puede reclamar protagonismo. Esa ambigüedad mina la certidumbre de la transición presidencial, indispensable en estados de derecho.

En conclusión, más allá de la validez cultural de “Grandeza”, la reaparición del expresidente AMLO no sólo no era necesaria —en el sentido de contribuir al debate público de forma consciente— sino que representa un gesto calculado de presencia e influencia; una voluntad de permanecer, simbólicamente, al margen del poder formal, pero siempre como árbitro moral.

Esa permanencia no contribuye a la consolidación democrática del país; por el contrario, perpetúa la lógica del liderazgo centralizado en torno a una figura, en lugar de impulsar la institucionalización plena del poder.