La senadora Chávez

21 de Octubre de 2025

Raymundo Riva Palacio
Raymundo Riva Palacio

La senadora Chávez

raymundo riva palacio AYUDA DE MEMORIA

1er. TIEMPO: Juventud, ambición y una carrera meteórica. Tiene 28 años solamente, pero políticamente muy bien aprovechados. Hace 13, con solo 15, Andrea Chávez comenzó su activismo, fundando en su tierra natal una asociación de “agentes del cambio que trascienden”. Astuta y siempre pensando en escalar, rápidamente se volvió una activista orgánica, con lo cual allanó su ingreso a Morena en 2018, a los 21 años. Su perfil embonó perfectamente en la narrativa de Andrés Manuel López Obrador contra Felipe Calderón, a quien nunca le perdonó que lo derrotara en la campaña presidencial. Chávez, nacida en Ciudad Juárez, atestiguó la violencia descarnada contra las mujeres en las maquiladoras y de la ruptura de la Federación, que enfrentó al Cártel de Juárez con el de Sinaloa, que la convirtió en una crítica contumaz de la estrategia de Calderón en esa ciudad, que contra lo que siempre ha sostenido, logró apaciguar la ciudad. Pero locuaz y hábil, buena para el debate, fue nombrada representante general de los equipos de la campaña presidencial de López Obrador en el Distrito 4 de su ciudad, el segundo más grande de la ciudad, que colinda con Estados Unidos. No fue difícil, distinguiéndose entre sus pares, que capturara la atención en a Ciudad de México y la promovieran para ser diputada plurinominal en 2021, la más joven de su legislatura, desde donde aceleró su ascenso meteórico en la política, tejiendo relaciones que se reflejaron más adelante en los favoritismos que alcanzó con esas redes de apoyo dentro del partido. El más importante, con el entonces secretario de Gobernación, Adán Augusto López, del cual se volvió una de sus defensoras más acérrimas y la política, quizás, más cercana a él. La lealtad pagó. Al conformarse con la coordinación del Senado, un puesto de poder, aunque inferior al que anhelaba, la Presidencia de la República, llevó a Chávez a la misma cámara. Esa relación ha tenido claroscuros. A ella le ha beneficiado en su rápido ascenso a los niveles más altos de poder en el Senado y dentro de Morena, pero ha tenido que pagar el costo por escándalos en donde los involucraron a ambos. Dos muy desgastantes, porque sugerían conflictos de interés y abuso de poder, fueron el presunto regalo de una jirafa que recibió de López para que la donara al Parque Central de Ciudad Juárez, y el otro, que él estaba detrás de un avión privado en el que viajó con su familia a Chihuahua. Más recientemente, la investigación contra Hernán Bermúdez Requena, a quien López nombró secretario de Seguridad cuando fue gobernador de Tabasco, desde donde creó un imperio criminal en el sur del país, es un obús que ha atravesado al senador y ha impactado, entre otras personas, a Chávez, que está trabajando para ser la próxima gobernadora de su estado. Los negativos de la senadora han ido creciendo por la cercanía de quien más la ha impulsado, y parecería que su futuro mediato depende de cómo salga de la tormenta en la que se encuentra López, y si el senador considera a Chávez, todavía, como un activo.

2º. TIEMPO: La campaña encubierta. En la tribuna del Senado y en las mesas de análisis político, Andrea Chávez no pasa desapercibida. La joven abogada es una política muy articulada y muy bien entrenada. Como una de las voceras del régimen, es de las más exitosas con la técnica del ataque siempre, la verborrea imposible de contener y muy difícil de cortar, maestra -por instrucción- de los silogismos y los sofismas, con una voz tan poderosa que aunque no siempre venza a sus interlocutoras, permanece. Pocos como ella en Morena para defender al régimen. Pocos también, con menos recato que ella en sus ambiciones políticas. Ella es parte de las paradojas de Morena, donde la juventud se ha convertido en bandera, pero la espada de doble filo de quienes la portan es mantener un cuidado exquisito de la imagen pública, pues cada paso en falso se magnifica. Eso se ha pasado con sus “Caravanas de Salud” en Chihuahua, una iniciativa de la senadora con brigadas médicas gratuitas, unidades móviles decoradas con su nombre e imagen,que brinda atención directa a comunidades marginadas. Para muchos, se trata de un verdadero aporte social; para otros, la línea entre asistencia institucional legítima y pre-campaña es demasiado delgada. En efecto, han surgido acusaciones -desde el PAN y observadores- sobre actos anticipados de campaña, uso indebido de imagen, financiamiento empresarial y posible violación de leyes electorales. El PAN la denunció en la Fiscalía general de la República por 15 delitos electorales y penales, entre los que incluyó la promoción anticipada de campaña y defraudación fiscal, que se tipifica dentro del presunto delito de delincuencia organizada. El PAN señaló que su patrocinador es el empresario Fernando Padilla, que le donó las unidades para sus caravanas. Padilla, el principal financiero del senador Adán Augusto López tras la extraña muerte en un accidente de aviación de quien era su jefe, Daniel Flores Nava, cuyas relaciones se extendían a personajes oscuros, en particular otro empresario, Sergio Carmona, a quien llamaban “El Rey del Huachicol”, que financió con dinero procedentes de negocios ilícitos ocho campañas para gobernador de Morena en 2021, el año en que fue misteriosamente asesinado. Chávez se ha defendido de esas imputaciones argumentado diciendo que no usa recursos públicos para estos programas, que recibe apoyo de empresarios y organizaciones civiles, que su imagen sólo aparece por transparencia, y que hacer labor social es parte del mandato de un servidor público. Pero esas defensas no bastan para apagar la controversia, porque en política, la percepción pesa tanto como los actos. Pero no solo eso. Entre quienes no le creen y piensa que sí ha hecho actos anticipados de campaña, pese a las advertencias indirectas que le ha hecho, es la presidenta Claudia Sheinbaum, de quien depende la decisión final si le deja o no contender por la gubernatura.

3er. TIEMPO: La vida en una nube de soberbia. Hace tiempo que la senadora Andrea Chávez transita por la política como si estuviera tejida a mano y mereciera todo: espectaculares, caravanas médicas, imágenes suyas en cada ambulancia que recorre el estado de Chihuahua, discursos encendidos. Se proyecta como líder en ascenso, gobernadora quizá, sin contemplar los rigores del escrutinio al que sería sometida. Pero en ese empuje de querer adelantarse al tiempo, se filtra algo más que ambición: arrogancia. No es un pequeño error político; es defecto de carácter. La arrogancia no es simplemente mostrar la propia voz alto, ni adornar camiones con nombre propio -eso es estrategia-, sino creerse por encima de las reglas que todos los demás deben observar. Es abandonar la prudencia, ignorar la ética del decoro, arrogarse privilegios mientras se acusa a otros de los mismos defectos. Y es aquí donde Chávez tropieza y se resiste a ceder. Cuando comenzaron a criticarle sus excesos en su campaña anticipada, la presidenta Claudia Sheinbaum le envió un mensaje indirecto, que ella fingió no escuchar. Como siempre, se fugó para adelante. Cuando afirma que “el pueblo chihuahuense me convirtió en la chihuahuense más votada en la historia”, no solo apela al respaldo popular, sino también reclama una superioridad moral que no puede sostener sin transparencia. Cuando llama “pitufos de la aldea” a los panistas, que la critican por su posible campaña anticipada, no está solo respondiendo, sino está descalificando al interlocutor, excluyéndolo de la legitimidad del debate, asumiéndose juez y parte. Todavía más grave, cuando la estética del servicio público se confunde con la propaganda política, cuando se usan bienes -vehículos de brigadas médicas, espectaculares con imagen propia, aviones privbados- para visibilidad personal, suscitando denuncias, reclamos de la oposición, llamados de atención desde Morena, incluso con órdenes de retirar espectaculares, sus pretendidas acciones altruistas se convierten en ejemplos de oportunismo. Su actuar no es extraordinario. Es parte de un fenómeno de la política contemporánea que se repite con figuras emergentes que levantan con fuerza, asumen desde temprano estrellato mediático, multiplican sus declaraciones, y relativizan los cuestionamientos. Pero la arrogancia tiene precio: erosiona la credibilidad, abre las puertas al adversario -porque se convierte en munición legítima para quienes desean minar confianza-, y puede distanciarla de sus bases si la práctica no acompaña al discurso. La senadora Chávez pareciera creer que el aura de “transformadora radical” que Morena promueve la exime de la autocrítica. Incluso, cuando podría beneficiarse de transparencia para disipar dudas, prefiere la agresión retórica y la confrontación. Esta insistencia en mostrarse impoluta, intocable y firme, como si ya viviese el mañana electoral sin encarar las consecuencias del hoy, evidencia una soberbia que, para gobernar, es lastre.

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