La UNAM: orgullo de México y refugio en tiempos difíciles

3 de Octubre de 2025

Jose Luis Camacho
Jose Luis Camacho

La UNAM: orgullo de México y refugio en tiempos difíciles

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Hablar de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) es hablar del alma del país. No hay otra institución que concentre tanto prestigio, tanta historia y tanta vida en sus aulas y pasillos. La UNAM es el espacio donde generaciones enteras han encontrado la posibilidad de crecer, de pensar, de discutir y, sobre todo, de transformar su destino. Desde hace más de un siglo, la Máxima Casa de Estudios no solo forma profesionistas, también moldea ciudadanos críticos, conscientes de la realidad de México y del compromiso que tienen con él.

Los recientes hechos en el CCH Sur han puesto a prueba la solidez de la institución. Para algunos, lo ocurrido pudo significar una amenaza a la estabilidad universitaria; sin embargo, para la comunidad de la UNAM es una oportunidad de recordar que las crisis no la doblan, sino que la obligan a levantarse con más fuerza. Lo importante no es lo que ocurrió, sino cómo se responde. Y en esa respuesta el rector, Dr. Leonardo Lomelí Vanegas, ha asumido un papel central: el de un líder nato que, con serenidad y visión, ha planteado medidas de fondo para reactivar las actividades presenciales y garantizar que la Universidad siga de pie, viva y activa.

La decisión de volver a la presencialidad no es un trámite burocrático, es un acto profundamente simbólico. La UNAM es, por definición, un espacio que se nutre del encuentro humano. Nada sustituye la mirada cómplice entre compañeros en el salón, el debate espontáneo en los pasillos, la consulta en la biblioteca o la complicidad del café antes de un examen. La vida universitaria es comunidad, y la comunidad solo se entiende cuando se comparte. Recuperar eso es recuperar la esencia misma de la Universidad.

No obstante, ningún rector puede lograrlo en solitario. La UNAM necesita del respaldo de todos: estudiantes, académicos, trabajadores y egresados. Es cierto, las diferencias existen y existirán siempre; forman parte de la riqueza plural de la institución. Pero el reto ahora es entender que lo que está en juego trasciende lo inmediato: se trata de preservar el prestigio y la fortaleza de la universidad más grande y respetada del país. La UNAM no puede ni debe ser rehén de coyunturas.

La sociedad mexicana también tiene un papel. A veces se olvida que la UNAM no pertenece solo a quienes la habitan día a día. La UNAM es patrimonio nacional, es un espejo en el que se refleja lo mejor de México. Cuidarla es un deber colectivo, porque lo que ahí se genera —desde investigaciones médicas hasta proyectos culturales— impacta directamente en la vida del país. El conocimiento que produce no tiene fronteras, pero sí tiene raíces: las raíces de un pueblo que ha apostado a la educación como palanca de movilidad y como cimiento de justicia.

En adelante, la Universidad enfrentará retos que no se limitan a la coyuntura del CCH Sur. Están pendientes la modernización de instalaciones, el fortalecimiento de la seguridad en los campus, la actualización de planes de estudio y la consolidación de nuevas formas de enseñanza que dialoguen con un mundo cada vez más cambiante. El rector ha mostrado determinación y claridad para emprender estos cambios, pero necesita que la comunidad camine a su lado. Solo con unidad será posible que la UNAM salga más fuerte de este momento.

“Por mi raza hablará el espíritu” no es un lema vacío. Es la expresión viva de lo que la Universidad significa: un espacio donde la diversidad de voces no es un obstáculo, sino la mayor fortaleza. Donde se debate, se disiente y se construye. Donde cada generación encuentra un lugar para levantar la mirada y proyectarse hacia el futuro.

Hoy, más que nunca, la UNAM necesita de todos nosotros. Apoyar a su rector es reconocer que defender a la Universidad es defender a México. La UNAM no es solamente una institución educativa: es un faro que ilumina el camino en medio de la incertidumbre. Y ese faro debe seguir encendido.

@jlcamachov