¿Te imaginas que, de un día para otro, te prohibieran usar la manera con la que te has comunicado toda tu vida? Parece impensable, pero eso ocurrió con la Lengua de Señas: durante el siglo XIX, tras el Congreso de Milán de 1880, se impuso en muchas escuelas para personas sordas la enseñanza oralista y se prohibió el uso de las Lenguas de Señas, bajo la idea equivocada de que la voz hablada era “superior” y de que la comunidad sorda debía “integrarse” a la sociedad oyente.
Sin embargo, la historia no terminó ahí. Gracias a la resistencia de la comunidad sorda, de sus familias y de intérpretes aliados, hoy las Lenguas de Señas son reconocidas como idiomas plenos. Esa lucha internacional es la que nos permite conmemorar, cada 23 de septiembre, el Día Internacional de las Lenguas de Señas, y celebrar la diversidad lingüística y el derecho de las personas sordas a expresarse en su propia lengua.
México no ha sido ajeno a esa historia. Hubo intentos de marginar la Lengua de Señas Mexicana (LSM) en la educación y en la vida pública. Pero la perseverancia de la comunidad sorda logró que hoy la LSM sea parte esencial de nuestra identidad cultural, siendo reconocida como lengua nacional.
En una sociedad con más de 1 millón de personas con discapacidad auditiva –de acuerdo con datos del INEGI–, la LSM garantiza que cientos de miles de personas puedan ejercer plenamente su ciudadanía, representando no solo un medio de comunicación, sino también formando parte de la identidad, la historia y la cultura de una comunidad que ha generado expresiones únicas.
En este contexto, las instituciones públicas tenemos la responsabilidad, en conjunto con diversos sectores de la sociedad, de impulsar la LSM en nuestras actividades cotidianas, porque garantizar el derecho a comunicarse no es solo una tarea de inclusión, sino de justicia y de cumplimiento de derechos humanos.
El Instituto de Transparencia y Protección de Datos Personales de la Ciudad de México (INFO CDMX) ha asumido con determinación ese compromiso: desde 2020 incorporamos intérpretes certificados de LSM en las sesiones de Pleno y en eventos institucionales, cuidando su visibilidad e iluminación para que la interpretación sea clara.
Y, de manera reciente, más de 30 personas servidoras públicas de todas las áreas del Instituto, particularmente quienes tienen mayor contacto con la sociedad, recibimos capacitación teórica y práctica para atender mejor a las personas sordas, a través del “Curso de Comprensión Básica de la Lengua de Señas Mexicana”, impartido por Óscar Niño y Sandra Hernández.
Estos esfuerzos colectivos se complementan con gestos individuales. Cada uno de nosotros puede poner su granito de arena: aprender saludos básicos, interpretar expresiones recurrentes en nuestros ámbitos laborales o, simplemente, tener voluntad para entender y comunicarnos mejor.
Como suelen decir ellos y ellas, “nuestras manos también hablan”. Sumemos esfuerzos para que la inclusión no sea un discurso, sino una realidad viva: aprendamos, abramos espacios, reconozcamos a la comunidad sorda. Las Lenguas de Señas nos recuerdan que todos cabemos en la conversación y que la diversidad lingüística es riqueza, no obstáculo. Que nadie vuelva a ser silenciado por hablar –o por señalar– de manera distinta. Con ello, hagamos lo que nos corresponde.