En la ciudad de Amberes, Bélgica, se encuentra el conocido Barrio Diamante, con una extensión de 2,5 kilómetros cuadrados es el centro de comercio de diamantes más grande del mundo, llegando a facturar más de 54,000 millones de dólares. Se dice que dentro del barrio todos los días se intercambian diamantes por aproximadamente 220 millones de dólares. Desde el año de 2012 gran parte del trabajo de corte y pulido que históricamente se realizaba en el barrio se traslado a centros de trabajo con bajos salarios. Aun así, alrededor del 84% de lo diamantes en bruto pasan por el barrio. Según el AWDC (organismo responsable del sector del diamante en Amberes), el sector del diamante engloba a 1700 empresas individuales, que representan 6600 empleos directos y 26 000 empleos indirectos.
El barrio presumía de ser el lugar más seguro del mundo, hasta que el fin de semana del 15-16 de febrero de 2003, el Centro Mundial de Diamantes de Amberes (AWDC, por sus siglas en inglés) sufrió el robo de diamantes sin engarzar, oro y otro tipo de joyas por un valor de más de 100 millones de dólares. La bóveda de seguridad del edificio del AWDC, donde se albergaban los diamantes robados, estaba situada a dos pisos bajo tierra, estaba protegida por múltiples mecanismos de seguridad, detectores de calor infrarrojo, un sensor sísmico, un radar Doppler, un campo magnético y una cerradura con 100 millones de posibles combinaciones, además de contar con seguridad privada.
Se cree que el robo fue perpetrado por un equipo de cinco hombres liderados por Leonardo Notarbartolo, conocidos como La escuela de Turín, un grupo de ladrones de elite. Notarbartolo fue condenado a 10 años de prisión, pero fue puesto en libertad condicional antes del termino de su condena. Los diamantes no han sido recuperados hasta la fecha.
Netflix presenta el documental Los Diamantes de Amberes: El Robo del siglo, escrito y dirigido por Mark Lewis, en el que nos narra el robo de diamantes al edificio del Centro Mundial de Diamantes de Amberes. A través de testimonios de los protagonistas, además de recreaciones dramáticas de los hechos reales se construye una ingeniosa y muy entretenida narrativa.
Y justo lo que se destaca de este documental es su ritmo cinematográfico que logra ser cautivador, ya que la historia en si misma es muy cinematográfica, y gracias al ágil trabajo de edición se consigue un thriller en toda la extensión de la palabra, lejos de otros trabajos que se limitan solamente en soltar información. Pero lo que realmente hace que este trabajo sea verdaderamente fascinante es la inclusión de Leonardo Notarbartolo, el ladrón que planeo el robo, aunque lo niegue diciendo que a él lo contrataron, que por primera vez habla abiertamente del llamado robo del siglo. La manera en la que nos cuenta a detalle y paso a paso la planificación de forma precisa hace que el relato funcione sin la necesidad de artificios, gracias a contar con la fuente directa de los hechos sucedidos hace más de veinte años.
El testimonio de Notarbartolo podría no ser cierto, ya que el director del documental lo cuestiona todo el tiempo, aun así el nivel del detalle con el que narra la planificación resulta fascinante, haciendo que esta parte sea la más atractiva del trabajo. El uso de llaves modificadas, sensores de movimiento con laca para el cabello, sensores de luz pegados con cinta adhesiva y cámaras de seguridad ocultas no hablan del nivel de profesionalismo de este grupo de ladrones para llevar a cabo el robo casi perfecto, pero un error tenían que cometer, la huida resulto ser un desastre y un hecho casi insignificante frustro el crimen perfecto.
Los Diamantes de Amberes: El Robo del Siglo es un gran documental que se puede ver en Netflix.