Melancolías inútiles y otros destellos de la catarsis

23 de Octubre de 2025

Emilio Antonio Calderón
Emilio Antonio Calderón
Emilio Antonio Calderón Menez (CDMX, 1997) es Licenciado en Comunicación y Periodismo por la UNAM y autor de las obras Casa Sola y Bitácora de Viaje. Ha colaborado en revistas literarias y antologías de editoriales como Palabra Herida y Letras Negras.

Melancolías inútiles y otros destellos de la catarsis

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Hay momentos en los que el arte se vuelve la única forma posible de sobrevivir. No resuelve el dolor, pero lo convierte en algo con sentido. Cuando una pérdida o una herida parecen imposibles de procesar, crear se transforma en una especie de exorcismo, una forma de devolverle estructura al caos, de ponerle melodía a lo que de otro modo sería silencio.

Melancolías Inútiles, el álbum debut de José Servín, parte justo de ese lugar: el de un hombre que decide transformar la herida en ritmo, la ausencia en sonido, el duelo en una forma de belleza. La obra es un excelente testimonio del bagaje de Servín como psicólogo, que cataliza a la perfección traumas y vivencias personales para convertirlos en arte, ya sea a través de relatos, canciones o un álbum conceptual completo.

Cada una de las nueve piezas del disco —de Ya no hay a Te soñaré— construye un retrato emocional en donde la electrónica se mezcla con la vulnerabilidad y la narrativa introspectiva. No es un álbum para escuchar de fondo: exige entrar en él con los sentidos abiertos. Te soñaré, la canción que cierra el disco, es quizás el ejemplo más claro de esta transfiguración emocional. Escrita como homenaje a su gato fallecido, el tema consigue que lo doméstico y lo íntimo se vuelvan universales; que la pérdida de un ser querido, aunque sea pequeño y peludo, adquiera una resonancia profunda.

El resultado es un trabajo que se siente personal pero no hermético, con una producción limpia y una sensibilidad literaria que delata su doble oficio: el del músico y el del escritor. Melancolías Inútiles no busca complacer, sino acompañar. Escucharlo es aceptar una invitación a mirar hacia adentro, a reconocer nuestras propias heridas, y tal vez a descubrir que en ellas también habita cierta forma de luz.

Y eso es lo más bello del arte: no importa si se crea desde la experiencia más personal e introspectiva; siempre, de algún modo, nos atraviesa a todos, nos llega a nuestras propias vivencias y cuenta nuestras propias historias.

Y hablando de creación y sublimación, al sur del continente dos proyectos argentinos exploran otros matices de esa misma pulsión vital. Rouge n Roll, el nuevo single de Piwa La Piwa junto a Paul Higgs, es un manifiesto glam en technicolor: una relectura del clásico “rock n roll” teñida de rouge, sensualidad y energía bailable. Producido por Lucas Porcel, mezclado por Max Kamienomosky y masterizado por Mario Breuer, el tema condensa el espíritu del álbum homónimo: vital, optimista, eléctrico. Piwa convierte el gesto de maquillarse —de cubrir, de brillar— en un acto de afirmación, de deseo. “Quería teñir el rock con rouge”, dice, y lo logra con un sonido que vibra entre lo pasional y lo festivo.

En otra frecuencia, pero con la misma honestidad emocional, Piloteando Pájaros presenta Que nunca se me pegue, un single que retrata la hipocresía de quienes sólo se acercan al brillo del éxito. La canción combina fuerza lírica y potencia instrumental, sostenida por la voz y guitarra de Daniela Iazgi, y por una banda que entiende el rock no como nostalgia sino como renacimiento. Filmado en vivo, el video captura esa energía cruda que solo se consigue cuando la emoción y el escenario se encuentran.

Tres propuestas distintas, un mismo impulso: transformar lo que duele, lo que vibra o lo que arde en música. Porque al final, toda obra es una manera de sobrevivirse a uno mismo.