Menos horas, más vida: reducción de la jornada laboral en México

16 de Julio de 2025

Julieta Mendoza
Julieta Mendoza
Profesional en comunicación con más de 20 años de experiencia. Es licenciada en Ciencias de la Comunicación por la UNAM y tiene dos maestrías en Comunicación Política y Pública y en Educación Sistémica. Ha trabajado como conductora, redactora, reportera y comentarista en medios como el Senado de la República y la Secretaría de Educación Pública. Durante 17 años, condujo el noticiero “Antena Radio” en el IMER. Actualmente, también enseña en la Universidad Panamericana y ofrece asesoría en voz e imagen a diversos profesionales.

Menos horas, más vida: reducción de la jornada laboral en México

Julieta Mendoza - columna

En México, trabajar es casi un dogma. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), uno de cada cuatro trabajadores dedica más de 48 horas semanales a su empleo, y no porque lo deseen. Un 12 % acumula entre 49 y 56 horas, mientras otro 13 % supera esa cifra. Si a esto le sumamos el tiempo de traslado, queda claro que los mexicanos no solo viven para trabajar, sino que trabajan para sobrevivir.

El nuestro es uno de los países con jornadas laborales más largas entre los miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

Esta realidad está en el centro de un debate crucial: ¿es posible pasar de una jornada laboral de 48 horas a una de 40? Para el gobierno, la respuesta es sí, y la meta está fijada para el 2030. Sin embargo, el camino no es sencillo. El plan incluye foros regionales, diálogos con empresarios, sindicatos y expertos, así como una transición gradual que intenta emular éxitos previos como el aumento al salario mínimo.

Este no es un tema nuevo. En su momento varias Iniciativas similares terminaron en la congeladora, bloqueadas por asociaciones empresariales. Sin embargo, más tarde Morena y Movimiento Ciudadano presentaron propuestas que incluyen subsidios, pilotos y plazos escalonados para pequeñas, medianas y grandes empresas. A nivel constitucional, el Artículo 123 aún no se ha tocado, pero la intención está sobre la mesa.

Muchos podrían pensar que reducir las horas de trabajo sería sinónimo de menor productividad, pero los datos desmienten esta idea. En Islandia, una prueba realizada entre 2015 y 2019 con semanas laborales de 35–36 horas no solo mantuvo la productividad, sino que la incrementó en algunos casos. Nueva Zelanda también reportó resultados positivos con empresas que redujeron sus jornadas. Más descanso significa empleados más creativos, concentrados y comprometidos.

Los beneficios van más allá del ámbito laboral. Jornadas más cortas reducen el estrés, la ansiedad y las enfermedades relacionadas con el exceso de trabajo, como la hipertensión o los trastornos musculoesqueléticos. Además, promueven un mejor equilibrio entre la vida personal y profesional, algo que muchos movimientos por la semana de cuatro días han colocado como bandera.

¿Qué nos dice el mundo? Francia adoptó la semana de 35 horas en el año 2000, logrando un mejor reparto del empleo y contratos más flexibles. Chile inició en 2023 su transición hacia las 40 horas, con un plazo que culminará en 2028. Mientras que Colombia va de 48 a 42 horas entre 2021 y 2026, también con una implementación gradual.

Reducir la jornada laboral en México no está exento de obstáculos. La iniciativa privada estima que se necesitarían 2.6 millones de empleos adicionales y una inversión de 20 mil millones de dólares al año. Las pequeñas y medianas empresas, que son el motor económico del país, temen no poder asumir estos costos. Además, está la resistencia cultural: muchos mexicanos asocian las largas jornadas con un sentido de responsabilidad y sacrificio. Cambiar esta mentalidad podría ser más difícil que aprobar la reforma misma.

Por otro lado, la productividad mal distribuida sigue siendo un problema. Sin inversión en tecnología y organización, jornadas más cortas podrían derivar en ineficiencias y pérdidas económicas.

Reducir la jornada laboral a 40 horas no es un lujo, es una inversión en el bienestar de los trabajadores y, por ende, en el futuro del país. Trabajar menos no significa trabajar peor; significa trabajar de manera más inteligente y humana. Es una apuesta por la salud, la calidad de vida y la productividad, en un mundo donde el tiempo se ha vuelto el recurso más valioso.

Si México logra alinear su legislación, cultura e industria hacia este objetivo, no solo dará un paso hacia la modernidad, sino también hacia una sociedad más equilibrada y sostenible. Sin duda un gran desafío: menos horas, más vida.