Mientras en Gaza el humo de las bombas israelíes ahoga los llantos de los niños, en México no se puede mirar hacia otro lado. Desde el ataque de Hamás en octubre de 2023, que dejó mil 200 israelíes muertos, la respuesta de Israel ha segado más de 64 mil vidas palestinas —la mayoría mujeres y niños—, según datos oficiales. Este genocidio, reconocido hoy por líderes mundiales, clama por justicia. ¿Y México? Su postura histórica de neutralidad se tambalea ante tanta violencia.
Desde 1947, con la partición de Palestina en dos Estados, México ha defendido el diálogo. Bajo el mandato del expresidente López Obrador, nuestro país condenó los ataques de Hamás como “inconducentes”, debido a la escalada que mató a cientos de civiles. “No queremos guerra, somos pacifistas”, dijo el presidente, repatriando a 276 mexicanos desde Israel en vuelos militares. En noviembre de 2023, la embajadora Alicia Buenrostro, en la Organización de las Naciones Unidas, exigió un cese al fuego, el levantamiento del sitio en Gaza y el fin de la ocupación, calificando como “desproporcionada” la respuesta israelí, que podría constituir un crimen de guerra.
Con la presidenta Claudia Sheinbaum, la línea se endurece. En junio de 2025, ratificó el reconocimiento a ambos Estados y pidió “que pare este genocidio en Gaza”. México ofreció asilo a huérfanos gazatíes y, en septiembre de 2025, votó a favor de una resolución de la ONU que respalda la existencia de dos Estados, con 142 votos a favor y 10 en contra, incluyendo a Estados Unidos e Israel. Es el primer gobierno en nombrar una embajadora palestina, priorizando los derechos humanos por encima de las alianzas.
México rechazó el veto de Estados Unidos a un alto al fuego humanitario en 2023 y, en 2024, impulsó con Francia una iniciativa contra los vetos en el Consejo de Seguridad de la ONU, con 106 países adheridos. Su política: una solución de dos Estados viable, fronteras de 1967 y el fin de los asentamientos ilegales.
Pero, a pesar de la distancia, el conflicto duele. Mientras Gaza enfrenta una hambruna —declarada por la ONU en 2025— y mientras existan dos millones de desplazados vagando entre las ruinas, México podría romper aún más el silencio. La embajada israelí criticó nuestra “falta de energía” en 2023, pero la paz no se negocia con balas.
En un mundo polarizado, ¿basta con votos en Nueva York? México, herido por su propia violencia, sabe que la indiferencia mata. Apoyar a dos pueblos en paz no es neutralidad: es humanidad. Tomar una postura más clara es lo que toca, o la historia nos juzgará como testigos mudos de un holocausto moderno.¿Queremos justicia u olvido?