Anticipadamente se conoció que la presidenta Claudia Sheinbaum no asistiría al 80º periodo de sesiones de la Asamblea General de la ONU, celebrada en Nueva York del 22 al 30 de setiembre de 2025, fue representada por el Canciller Juan Ramón de la Fuente, quien además habría participado, informó la SRE, en reuniones ministeriales y en encuentros bilaterales.
Se desconocen los motivos de la ausencia de Sheinbaum en el evento, en el que participaron mandatarios, de interés para México, de Estados Unidos, Argentina, Brasil, Colombia y Chile, entre otros, así como el primer ministro de Canadá, en un entorno de álgidos temas internacionales y en el que la presidenta bien pudo impulsar alianzas y acercamientos con entidades de interés como la UE, BRICS o América Latina, región tan fragmentada y descuidada en el sexenio pasado en función de una política exterior inoperante y teñida de prejuiciosos ideológicos.
La presencia de Sheinbaum seguramente habría refrescado el carácter anquilosado internacional en que se encuentra México, como la primera presidenta mexicana que asiste a una Asamblea General. Seguramente habría sido escuchada con interés. Es necesario trabajar en la proyección internacional de México y su liderazgo regional, con mayor protagonismo mediático, como actor dispuesto a participar e incidir en los grandes temas regionales y globales, sobre todo para equilibrar la fuerte presencia brasileña que goza de un amplio cartel internacional. Brasil ocupa un mayor liderazgo regional.
Era un momento adecuado para manifestar la posición de México en el multilateralismo tan golpeado y tener mayor peso diplomático en la ONU. Pero México mantuvo un perfil bajo sin la figura presidencial y sin una exposición significativa internacional. México quedó en un plan secundario en un foro aprovechado por las contrapartes latinoamericanas para marcar la agenda.
Si bien el país fue representado por el Canciller, con un discurso que se antoja más retórico que diplomático y de elogios a la presidenta mexicana y a la Cuarta Transformación, los resultados y los alcances tuvieron poca resonancia y proporciones políticas y diplomáticas menores. La política exterior se hace en el terreno diplomático y no desde un atril mañanero, como se ha hecho desde el periodo del presidente anterior, quien no desaprovechó oportunidad alguna para denostar a las Naciones Unidas.
La exembajadora de México en Estados Unidos, Martha Bárcena, en su artículo “80 años en la ONU, México y su futuro” en el Heraldo de México, subraya que el sistema de las Naciones Unidas tiene grandes retos, como son eficacia, credibilidad y limitaciones presupuestales, particularmente porque Estados Unidos ha retirado sus contribuciones y renunciado a organismos como la OMS y la UNESCO.
México vergonzosamente también adeuda cuotas en el sistema de Naciones Unidas. Sin embargo, la presidenta Sheinbaum estaría apoyando la posible y tan ansiada candidatura de la excanciller Alicia Bárcena a la secretaría general de la ONU el próximo año, que en principio tendría que ser mujer y de América Latina y el Caribe, apunta Martha Bárcena, en un entorno contrapuesto ante los insultos del anterior presidente y las pocas bondades que México ha presentado hacia el organismo. Las oportunidades para la eventual candidata mexicana no son sencillas, expone la maestra María Cristina Rosas en su excelente artículo “México Ausente” en la revista Etcétera, ante otros competidores como el argentino Rafael Grossi, director general del Organismo Internacional de la Energía Atómica, o la exmandataria chilena Michelle Bachelet, entre otros.
A un año de su toma de posesión y la ausencia en la ONU, la pregunta final es si la presidenta mexicana continuará con el perfil ausente de México en el ámbito internacional impuesto por su antecesor, sin ambiciones de liderazgo, como un actor pasivo y reactivo y sin capacidad de incidir en las agendas globales.