A pocos días de celebrar el desfile en honor al héroe de la patria que le dio su nombre, la ciudad gobernada por el panista Alfonso Martínez Alcázar, Morelia, ha convertido su avenida principal en un verdadero caos en el que casi cualquier grupo minúsculo puede alterar la vialidad cerrándola para dar gusto a grupos amateurs de motociclistas, jóvenes que exhiben los arreglos de sus carros o eventos casi de cualquier índole sin ningún protocolo de seguridad vial, previo aviso para la población y posiblemente, sin permisos del ayuntamiento.
Martínez Alcázar, panista reincorporado a las filas de ese partido, luego de desafiar en 2015 a Marko Cortés e irse mediante la candidatura independiente por la libre, para ganar su primer mandato, ahora en su tercera administración de la capital michoacana, se perfila como el candidato natural del PAN a la gubernatura del estado sin al parecer ninguna oposición en el partido azul, luego de demostrar que su arraigo en la ciudad es más fuerte que el poder que Marko Cortés acumuló como dirigente nacional del PAN. Hoy, al parecer el desacuerdo entre ambos está saldado bajo un convenio visible en el que Martínez Alcázar no impulsará ningún alfil para sucederlo en la ciudad y así dejar el camino libre al ahora diputado federal David Cortés Mendoza, hermano del exdirigente nacional panista, como candidato del PAN para la alcaldía.
Aunque los orígenes del PAN tienen raíces profundas en Michoacán, y fue aquí en donde ganaron su primer municipio, Quiroga, cuando Felipe Calderón y Germán Martínez Cázares eran apenas unos niños propagandistas entusiastas, los panistas tienen dificultad para conectar con el electorado de la mayoría de los municipios no conservadores de la entidad, ya que su cuadratura, sus ideas del orden y la intolerancia hacia algunas expresiones sociales, los alejan de un Michoacán en el que también las ideas liberales y las conductas fuera del orden común son parte de la naturaleza histórica del estado en el que se fraguó el enfrentamiento contra los virreyes católicos que gobernaron al país. Quizá por ello el actual alcalde panista busca flexibilizar su tolerancia hacia grupos sociales que pudieran significarle simpatías electorales rumbo al 2027.
Lo cierto es que en su ruta político electoral, su gobierno se percibe relajado, pero sin identidad y comienza a parecer desordenado en una ciudad de vocación turística, visible para todo el país y que aumenta cada año en número de visitantes y población. Morelia está inmersa en un valle y presenta desafíos complejos entre calles y avenidas pequeñas mal trazadas. Sufre además el mal de las modificaciones viales experimentales, comunes en cada nueva administración. Entre el interminable bacheo de calles deterioradas que caracterizan a la ciudad, un alumbrado público que contrasta con el slogan “Morelia brilla” promovido por el alcalde, los problemas de inseguridad de los que no está exenta que no exentan a Morelia, un suministro de agua insuficiente en el que se prometen cambios que no llegan, los proyectos electorales de Alfonso Martínez Alcázar dependen únicamente de los resultados que como presidente municipal de la capital michoacana logre y difunda, pero sin que la realidad genere un contraste con el brillo que el alcalde promueve y pretende.