Los problemas del PRI no estuvieron en su incapacidad de ganar elecciones, sino en la falta de legitimidad de sus victorias por la ausencia de piso parejo en la competencia electoral. En ese espejo tendría que empezar a mirarse Morena ahora que algunos de sus dirigentes quieren empatar la consulta de revocación de mandato con la elección intermedia.
Hacer coincidir el proceso de consulta de revocación de mandato con la constitucional de 2027, como pretende que ocurra la iniciativa impulsada por un grupo de morenistas, no sólo deslegitimará la propia consulta ciudadana, lo más importante es que contaminará de forma grave, si al final ocurre, el ambiente en que se desarrollarán las elecciones para renovar tanto la Cámara de Diputados, como la mitad de las gubernaturas, varios congresos locales y un importantísimo número de presidencias municipales a lo largo del país.
Una elección constitucional intermedia cruzada por la pregunta sobre la permanencia en el cargo de la presidenta Claudia Sheinbaum, sería cualquier cosas menos una contienda medianamente equitativa y representaría una grave falta de respeto al propio proceso electoral, a la Cámara de Diputados que se renueva en él y a los poderes ejecutivos y legislativo locales que también se disputarán en las urnas en la misma fecha.
En el escenario de la coincidencia forzada de procesos todas las elecciones locales, y también las de diputados federales, quedarían subsumidas al desarrollo de la consulta de revocación de mandato, de alcance e impacto nacionales. En cualquier entidad federativa y municipio, el debate y la reflexión pública entre actores y comunidades locales para elegir gobernantes, estaría opacado por la falsa e innecesaria discusión sobre la permanencia o remoción de la presidenta.
Convertir en secundarios los debates locales sobre las realidades locales, así como la elección de las autoridades locales, que deben enfrentar y resolver los problemas locales detodos los días, por supeditarlos a la presencia de un tema nacional: la consulta de revocación, que acapararía la atención mediática y minimizaría la reflexión sobre la elección de gobernadores, presidentes municipales, diputados, sería una ofensa, otra más, al maltrecho federalismo mexicano.
El argumento de la austeridad y la necesidad de gastar menos en elecciones no sólo es relativo, es completamente falaz. Con esa peregrina idea, México lleva décadas concentrando sus calendarios electorales locales en fechas de elección federal y esa concentración no ha generado ningún ahorro para las finanzas nacionales, pero sí ha devaluado y minimizado la política local.
Si lo que se busca es ahorrar dinero la solución es simple. La presidenta Claudia Sheinbaum tiene más del 70% de la aprobación de la sociedad y, aunque algunos dicen que su popularidad se ha desplomado, lo cierto es que sus números son altísimos y no hay quien dude del apoyo popular que en lo personal ella ha conseguido y mantiene. En esas condiciones un ejercicio de consulta de revocación de mandato es absolutamente innecesario porque no hay una crisis política, ni de legitimidad, ni de credibilidad, ni de apoyo que hoy aceche a la titular del Ejecutivo. Si el ejercicio de consulta no es necesario en este momento y existe la preocupación genuina de gastar menos dinero en la materia electoral, nadie de la oposición ni de la sociedad se sentiría despojado si la mayoría parlamentaria morenista vota hoy, o mañana, por suspender, en esta ocasión, el ejercicio de consulta de revocación de mandato por considerarlo innecesario y oneroso para el erario nacional.
Agregar la boleta de las revocación de mandato a los comicios federales intermedios no generará ningún ahorro, ni siquiera en papelería, y en cambio si contaminaría tanto el propio ejercicio de consulta como el resultado de la elección constitucional intermedia. De entrada lloverían acusaciones de inequidad, justificadas a plenitud,por mezclar elecciones con un referendum nacional que nadie pide porque nadie necesita hoy.
El costo político de mezclar los dos ejercicios sería considerable para el régimen, pues no solo daría la impresión de un miedo que debería tener, también le otorgaría a las oposicioones partidistas y a los líderes de opinión antimorena, una base de discurso sólida para denunciar la ilegitimidad de la elección de 2027 que, según todas las encuestas, Morena se perfila para ganar.