La Ciudad de México se enfrenta hoy a una paradoja hídrica: por un lado, episodios de inundaciones derivadas de lluvias intensas; por otro, la amenaza creciente de sequías y la necesidad de administrar mejor cada gota. En ese contexto, los vasos reguladores infraestructuras diseñadas para contener y regular picos pluviales dejan de ser solo herramientas antiinundación y se convierten en oportunidades estratégicas para la seguridad hídrica urbana. La Secretaría de Gestión Integral del Agua ya realiza desazolves y trabajos en represas, vasos y cauces como parte de una estrategia integral que busca maximizar infiltración y almacenamiento.
La propuesta de transformar vasos reguladores conectados hoy al drenaje en lagunas artificiales de agua tratada no es una ocurrencia: es una posibilidad técnica con fundamentos en la gestión hidráulica urbana. Convertir depósitos temporales en cuerpos capaces de almacenar agua tratada permitiría reutilizar recursos hídricos para riego de parques y espacios públicos, reducir la presión sobre sistemas de abastecimiento potable y ampliar la resiliencia frente a años de sequía. La propia política pública de la ciudad plantea obras y acciones orientadas a recuperar capacidad reguladora e impulsar infraestructura verde. En la discusión pública también participo impulsando el uso responsable del espacio público para fines sociales y ambientales.
Como presidenta de la Comisión de Uso y Aprovechamiento del Espacio Público del Congreso de la Ciudad de México, trabajo en articular acciones que vinculen la infraestructura hídrica con la recuperación y gestión del patrimonio público. Estoy convencida de que esta coordinación legislativo-administrativa es esencial para integrar los vasos reguladores a proyectos de tratamiento y aprovechamiento del agua.
La Laguna Mayor ( Guelatao) podría tener una capacidad cercana a los 500 mil m3, con el drenaje profundo ubicado a unos 16 a 18 metros de profundidad, lo que abre la posibilidad de realizar dragados que incrementen su volumen útil. En el caso del vaso regulador El Salado, las proyecciones señalan un almacenamiento aproximado de 600 mil m3; además, al contar con una superficie no habitada, representa un sitio idóneo para considerar la instalación de una planta de tratamiento de aguas. Entre 2015 y 2039, se proyecta una reducción de la precipitación anual en México de entre el 10% y el 20%, especialmente en el norte del país, lo que incrementará la frecuencia y severidad de las sequías.
Finalmente, pensar en vasos reguladores como lagunas tratadas es también una apuesta climática. El cambio climático no solo incrementa la frecuencia de eventos extremos: altera la distribución interanual de lluvias, generando años de intensa pluviosidad seguidos por años de severa sequía. Aprovechar los años de abundancia para almacenar y tratar agua con criterios técnicos y administrativos claros, es prepararnos para los periodos de escasez. La adaptación a esta nueva realidad climática requiere una acción coordinada entre autoridades, comunidades y sectores productivos. Es esencial fortalecer la infraestructura hídrica y promover una cultura de gestión sostenible del agua para garantizar su disponibilidad en el futuro.