Desenmascarar las injusticias, pide Papa
Cuestionó a quienes dividen con mentiras y generan sociedades corruptas
60214081. Ecatepec, 14 Feb 2016 (Notimex-José Pazos).- El Papa Francisco inició una misa multitudinaria ante miles de fieles reunidos en el predio conocido como El Caracol. NOTIMEX/FOTO/JOSÉ PAZOS/JPF/REL/ PAPA15/NOT/HOY/ECA
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GABRIELA RIVERA Y MARÍA IDALIA GÓMEZ
Por segundo día el Papa Francisco arremetió contra las sociedades corruptas, contra las élites económicas, políticas y de la iglesia que buscan la fama y la riqueza a través de la mentira y a costa de los demás, de su propia vida y de su dignidad.
Es la segunda homilía del máximo jerarca de la iglesia católica en México y que expuso ante millones de personas que lo acompañaron en Ecatepec, una zona de alta marginación y violencia.
En esta ocasión, a diferencia de la Basílica de Guadalupe donde los políticos y empresarios se apoderaron de los boletos, acudieron políticos locales, pero fueron más los millones de personas procedentes de diferentes estados como Guanajuato, Puebla, Sinaloa, Guerrero y México que esperaron más de 10 horas la llegada del Pontífice.
El Papa Francisco en su homilía cuestionó a los poderes que pretenden dividir a la sociedad para beneficiarse, a partir de la mentira. Y llamó a desenmascarar las injusticias.
“Cuaresma, tiempo de conversión porque a diario hacemos experiencia en nuestra vida de cómo ese sueño se vuelve continuamente amenazado por el padre de la mentira, por aquel que busca separarnos generando una sociedad dividida y enfrentada. Una sociedad de pocos y para pocos”.
“Es el tiempo para ajustar los sentidos, abrir los ojos frente a tantas injusticias. Tiempo para desenmascarar esas tres grandes formas de tentaciones que rompen, dividen la imagen de Dios. Que intentan arruinar la verdad a la que hemos sido llamados. Que buscan degradar y degradarnos”, expresó el Pontífice.
Hizo énfasis sobre las élites, las que detentan el poder dentro de la iglesia, la política y la economía, pero también se refirió a las sociedades corruptas. Todos ellos, expresó, buscan la riqueza “adueñándose de bienes que han sido dados para todos y utilizándolos tan solo para mi o ‘para los míos’”.
“Es tener el pan a base del sudor del otro, o hasta de su propia vida. Esa riqueza que es el pan con sabor a dolor, amargura, a sufrimiento. En una familia o en una sociedad corrupta es el pan que se le da de comer a los propios hijos”.
Como segunda tentación colocó la vanidad, “esa búsqueda de prestigio en base a la descalificación continua y constante de los que ‘no son como uno’”.
“La búsqueda exacerbada de esos cinco minutos de fama que no perdona la ‘fama’ de los demás, ‘haciendo leña del árbol caído’ deja paso a la tercera tentación. El orgullo, o sea, ponerse en un plano de superioridad del tipo que fuese sintiendo que no se comparte la ‘común vida de los mortales’ y que reza todos los días ‘gracias Señor porque no me has hecho como ellos’”, aseveró el Papa.
Y se preguntó, hasta donde son conscientes las personas y hasta donde “se han habituado a un estilo de vida que piensa que en la riqueza, en la vanidad, y el orgullo está la fuente y la fuerza de la vida”.
Y fue en ese momento en que se dirigió a sus hermanos, tanto a la jerarquía como a sus hermanos y hermanas religiosas, los mismos que también sacudió el sábado en su discurso en la Catedral de la Ciudad de México:
“Hemos optado por Jesús y no por el demonio, queremos seguir sus huellas pero sabemos que no es fácil. Sabemos lo que significa ser seducidos por el dinero, la fama y el poder”.
Saliéndose de lo que había escrito, el Papa Francisco sentenció con dureza: “con el demonio no se dialoga, porque nos va a ganar siempre, sólo la palabra de Dios lo pueden derrotar”.
Llamó este domingo, desde uno de los municipios con altos índices de pobreza en México, a recuperar la alegría y la esperanza, a recuperar la dignidad.
“Cuantas veces –y con dolor lo digo- somos ciegos e inmunes anta la falta de reconocimiento de la falta de dignidad propia y ajena.Cuántas veces experimentamos en nuestra propia carne, o en la de nuestra familia, en la de nuestros amigos o vecinos, el dolor que nace de no sentir reconocida esa dignidad que todos llevamos dentro”.
“Este Padre que nos espera para sacarnos las ropas del cansancio, de la apatía, de la desconfianza y así vestirnos con la dignidad que solo un verdadero padre o madre sabe darle a las vestimentas que nacen de la ternura y del amor.