El próximo jueves se celebrará el Día de Acción de Gracias en Estados Unidos. Sin importar tu religión o etnicidad, es un día en el que más allá de festejar algo, el objetivo central es dar gracias. Muchas veces es más fácil pensar en lo que no se tiene, o como decimos coloquialmente, encontrar el prietito en el arroz. Sin embargo, lo fabuloso de esta celebración es que trae consigo la oportunidad de reflexionar y pausar para ver lo mucho que hay que agradecer. Damos tantas cosas por hechas, que luego no caemos en cuenta lo afortunados que somos.
Desde que tengo memoria he festejado el Día de Acción de Gracias en casa, ya que mi mama es Norteamericana. En lo personal algo que disfruto enormemente además sentarme a la mesa con mis seres queridos y pasar un rato ameno, es la parte que viene antes. Lo primero es el menú: armado entre los que cocinarán, combinando ideas y antojos inspirados en las memorias de los platillos que no pueden faltar en esta celebración. El mero día, la cocina se convierte en el centro de todo, en donde entre charlas y risas uno se pone al corriente de la vida de tus seres queridos, mientras uno cocina las papas para el puré y alguien más está poniendo en pavo en el horno. Las risas abundan, pero sobre todo es un día para disfrutar.
Me encanta la idea de asignar un día al año para dar las gracias más allá de tu religión, creencias personales u orígenes. Sólo en los Estados Unidos, se estima que 90% de sus habitantes celebran el Día de Acción de Gracias.
¿Pero de dónde viene esta tradición? Te cuento brevemente la historia. En 1620, el barco Mayflower dejó Plymouth, en Inglaterra, con agrupaciones religiosas que buscaban un lugar donde pudieran libremente ejercer su culto e individuos que buscaban prosperidad en el Nuevo Mundo, conocidos como pilgrims (peregrinos). Al llegar a América, se establecieron en Massachusetts y fundaron una nueva ciudad llamada Plymouth. El primer invierno arrasó con casi la mitad de las personas que habían migrado, producto de sus condiciones precarias (vivían todavía en el barco) y la falta de sustento. Fueron los indios nativos quieres les enseñaron cómo sobrevivir en este nuevo mundo: a cultivar el maíz, extraer la miel de maple, pescar y evitar las plantas venenosas. En noviembre de 1621, tras la primera cosecha exitosa de maíz, los pilgrims celebraron con un festín invitando a los indios nativos. Por más de dos siglos, algunas colonias y estados, celebraban este día, pero no fue hasta 1863, cuando Abraham Lincoln proclamó un Día de Gracias nacional, que se celebraría el cuarto jueves de cada noviembre en todo el país.
Esta festividad nos conecta una vez más con la tierra, con la fuente de nuestros alimentos, con los ciclos agrícolas, la estacionalidad de los productos.
En México también nuestros antepasados estaban agradecidos con la tierra y sus frutos. Los mayas, celebraban la ceremonia del Jo’olché’, en la cual agradecían el trabajo de los señores de la lluvia presentándole al Máximo Dios ofrendas del maíz nuevo. Los aztecas, tampoco se quedaban atrás, en el Cerro Tlalocan le pedían al Dios Tláloc un buen año, ya que el maíz que habían sembrado estaba nacido. El ritual venía acompañado del sacrificio de un niño y ofrendas de distintos tipos de comida.
Es interesante mirar al pasado y ver cómo hoy en día nuestra conexión con el campo es mínima. Sin embargo, lo que es innegable, es que nuestra necesidad de alimentarnos subsiste. ¿Cuántas veces pensamos en lo que ha tenido que pasar para que lleguen los alimentos a nuestra mesa? Del agricultor, del clima, del transportista, de los comercializadores. Es un complejo eslabón que nosotros nunca vemos. Ahora que tengo un pequeño huerto en casa, es innegable la satisfacción que resulta de consumir algo que tú mismo sembraste. Es un verdadero privilegio poder cultivar los alimentos.
En lo personal tengo mucho que agradecer y este año lo haré primero con amigos este fin de semana y el jueves con mi familia. Independientemente si vas a celebrar el Día de Acción de Gracias o no, te invito a que tomes una pausa en tu vida y también empieces a pensar en lo mucho que hay que agradecer. Sin lugar a duda, la vida se disfruta más, cuando más presente está uno. Estoy convencida, que mientras más gratitud, hay una mayor posibilidad de toparse con la felicidad.
Espero que tengas un maravilloso día y recuerda, ¡hay que buscar el sabor de la vida!