Pomuch, donde se convive con la muerte

21 de Agosto de 2025

Pomuch, donde se convive con la muerte

La población de origen maya cuenta con una tradición única en el mundo

El pequeño y emblemático cementerio de Pomuch, en el municipio de Hecelchakán, Campeche, es conocido internacionalmente por la limpieza de sus osamentas. Se encuentra ubicado a la entrada del pueblo de sur a norte.  En el también se cuentan historias de ultratumba que han sido contadas por los lugareños con el pasar del tiempo, como el caso de  doña Esther, quien a la edad de 80 años, dicen que se ahogó por inhalar el olor de chile asado. Al siguiente día de su fallecimiento, escucharon gritos de su tumba y cuando las autoridades fueron a revisar y abrir el sepulcro, notaron el rostro de desesperación de doña Esther por querer salir de la tumba.Cinco días antes del 2 de noviembre, los pomuchenses van y vienen del camposanto para realizar el ritual milenario de nuestros ancestros mayas: limpiar y adornar el osario familiar de sus fieles difuntos. El Hanal Pixan, es la tradición que se lleva a cabo desde hace años en Pomuch, Hecelchakán, para  que cada generación  herede este acto de amor: el lavado de huesos de sus fieles difuntos, ponerles un nuevo paño para el resto del año y se sientan queridos, platicarles o cantarles una oración a la luz de las velas.

La limpia de huesos o Choo Ba’ak es una tradición prehispánica que se realiza cada año en el cementerio de Pomuch, en el municipio de Hecelchakán, en el estado de Campeche. Tres años después del deceso de las personas, sus familiares retiran los esqueletos del cementerio para depositarlos en cajas adornadas.

La limpia de huesos consiste en que un familiar encargado retire el polvo de las osamentas y cambie la manta tradicional que adorna las cajas en las que los restos son depositados.

Los restos óseos de los esposos Virgilio Chan Ake y Carmela Uc Coyoc, descansan en un osario familiar. La familia Dzib Chan acude año tras año a lavar la osamenta, cambiar el paño que le bordaron o pintaron con cariño y limpian cada uno de los huesos de sus  muertitos.  La señora Carmela Chan cuenta que su papá Virgilio, falleció de muerte natural  al “pegarle  un aire frío” cuando el huracán Gilberto arribó en territorio pomuchense. “El Gilberto se lo llevó”, señala doña Carmela mientras suspira. Su mamá falleció de anemia, cuando ella tenía 15 años de edad. Señala también que este año no van poner su altar de muertos ya que se tiene la creencia que si se pone en el mismo año en que falleció un familiar, morirá pronto otro de ellos. Tienen que esperar un año para realizar su ofrenda en casa. Los restos óseos de los esposos Virgilio Chan Ake y Carmela Uc Coyoc, descansan en un osario familiar. La familia Dzib Chan acude año tras año a lavar la osamenta, cambiar el paño que le bordaron o pintaron con cariño y limpian cada uno de los huesos de sus muertitos. La señora Carmela Chan cuenta que su papá Virgilio, falleció de muerte natural al “pegarle un aire frío” cuando el huracán Gilberto arribó en territorio pomuchense. “El Gilberto se lo llevó”, señala doña Carmela mientras suspira. Su mamá falleció de anemia, cuando ella tenía 15 años de edad. Señala también que este año no van poner su altar de muertos ya que se tiene la creencia que si se pone en el mismo año en que falleció un familiar, morirá pronto otro de ellos. Tienen que esperar un año para realizar su ofrenda en casa. (Foto Cuartoscuro)

A 65 kilómetros de la Ciudad de Campeche se realiza este ritual milenario que tiene sus orígenes en los ancestros de la zona: los mayas. Cinco días antes del 2 de noviembre, los pomuchenses van y vienen del camposanto para realizar el ritual Hanal Pixan, para que cada generación herede este acto de amor: el lavado de huesos de sus fieles difuntos, ponerles un nuevo paño para el resto del año y se sientan queridos, platicarles o cantarles una oración a la luz de las velas.

La señora María Concepción Pantí Hass cuenta que su abuela fue quien le enseñó esta tradición y ahora es ella quien lo realiza en compañía de su nieta y su hijo para transmitirles la misma enseñanza que le heredaron sus antepasados.  Cuenta que un mes antes se dedica a bordar los paños para su papá, esposo e hijo que yacen en el cementerio. Recientemente acaba de fallecer “Evelia”, otro familiar y señala que tienen que hacer un “huequito” pues ya no cabe en la osamenta familiar. La osamenta que su hijo baja pertenece a  su papá Julián Santiago Panti Uitz quien falleció hace 30 años. La señora María Concepción Pantí Hass cuenta que su abuela fue quien le enseñó esta tradición y ahora es ella quien lo realiza en compañía de su nieta y su hijo para transmitirles la misma enseñanza que le heredaron sus antepasados. Cuenta que un mes antes se dedica a bordar los paños para su papá, esposo e hijo que yacen en el cementerio. Recientemente acaba de fallecer “Evelia”, otro familiar y señala que tienen que hacer un “huequito” pues ya no cabe en la osamenta familiar. La osamenta que su hijo baja pertenece a su papá Julián Santiago Panti Uitz quien falleció hace 30 años.

El cementerio es testigo cada año de esta peculiar práctica, única en el mundo, que los pobladores llevan a cabo con dedicación, ya que cada hueso es limpiado por separado.

Benancio Tuz Chi es uno de los dos sepultureros del cementerio de Pomuch. Lleva 16 años realizando la limpieza de huesos a solicitud de los pobladores creyentes en sus tradiciones. Señala que en un día llega a limpiar hasta cincuenta osarios de difuntos. El sepulturero señala que tienen que transcurrir tres años como mínimo para poder sacar el cuerpo, fraccionarlo y transportarlo al osario. Posteriormente se podrá “lavar” los restos óseos, hacerlo antes es imposible porque aún la piel está adherida a los huesos.

El sepulturero señala que tienen que transcurrir  tres  años como mínimo para poder sacar el cuerpo, fraccionarlo y transportarlo al osario.  Posteriormente se podrá “lavar” los restos óseos, hacerlo antes es imposible porque aún la piel está adherida a los huesos. Las cajas donde son depositados los restos generalmente miden 30 centímetros  de ancho por 60 de largo, de cualquier tipo de madera o de cartón para los más pobres.  La caja recibe nombre de osario y en ella se deposita un mantel blanco bordado con el nombre  del difunto y de figuras que van desde ángeles hasta rosas, de acuerdo al sexo, la personalidad y la edad del  ser querido. Las cajas deben permanecer abiertas con los cráneos en la cima de los huesos para que les de la luz del sol y el aire fresco, eso dicta la tradición.Los pomuchenses señalan que  hay osarios abandonados porque sus familiares se casan y se convierten a otra religión y ya no van a visitar sus difuntos. Foto Cuartoscuro

Las cajas donde son depositados los restos generalmente miden 30 centímetros de ancho por 60 de largo, de cualquier tipo de madera o de cartón para los más pobres. La caja recibe nombre de osario y en ella se deposita un mantel blanco bordado con el nombre del difunto y de figuras que van desde ángeles hasta rosas, de acuerdo al sexo, la personalidad y la edad del ser querido.

Las cajas deben permanecer abiertas con los cráneos en la cima de los huesos para que les de la luz del sol y el aire fresco, eso dicta la tradición.Los pomuchenses señalan que hay osarios abandonados porque sus familiares se casan y se convierten a otra religión y ya no van a visitar sus difuntos.

La señora María Concepción Pantí Hass cuenta que su abuela fue quien le enseñó esta tradición y ahora es ella quien lo realiza en compañía de su nieta y su hijo para transmitirles la misma enseñanza que le heredaron sus antepasados.  Cuenta que un mes antes se dedica a bordar los paños para su papá, esposo e hijo que yacen en el cementerio. Recientemente acaba de fallecer “Evelia”, otro familiar y señala que tienen que hacer un “huequito” pues ya no cabe en la osamenta familiar. La osamenta que su hijo baja pertenece a  su papá Julián Santiago Panti Uitz quien falleció hace 30 años. Foto Cuartoscuro

Posteriormente los huesos se vuelven a colocar en sus cajas, con telas bordadas nuevas. Con información de Cuartoscuro y Vice. DA