A partir de sus investigaciones sobre el surgimiento del totalitarismo y la usurpación del poder por gobiernos tiránicos en el siglo XX, Timothy Snyder presenta veinte lecciones de la historia para enfrentar la tentación autoritaria que recorre el mundo y que amenaza con arrasar las conquistas democráticas alcanzadas especialmente en los últimos cuarenta años (On Tyranny, Tim Duggan Books, Nueva York, 2017).
Si bien estas lecciones representan un manual ciudadano ante la irrupción de liderazgos y ofertas políticas demagógicas en Reino Unido, Estados Unidos, Holanda y Francia, o el endurecimiento de regímenes como Venezuela, Rusia o Turquía, algunas de estas enseñanzas tienen también mucho que decirnos sobre la profunda crisis política que atraviesa México y los efectos de fenómenos como la violencia, la inseguridad, la corrupción, la impunidad y el descrédito de instituciones y autoridades:
Hay que defender nuestras instituciones pues ellas no pueden defenderse solas de los ataques de quienes ganan con el deterioro institucional. México requiere instituciones fuertes, más eficientes, representativas, con mejores capacidades y que rindan cuentas. Sustituirlas por liderazgos que afirman el voluntarismo y la arbitrariedad como solución a nuestros problemas equivale a avanzar hacia la autocracia.
Es necesario asumir responsabilidad frente a los acontecimientos. Bajo ninguna circunstancia se deben aceptar la violencia, la inseguridad, la corrupción o la impunidad como sucesos normales, hay que señalar la sinrazón de estos actos y a quien los comete. Mientras más corruptas o irresponsables sean las autoridades, más importante son la ética de la responsabilidad profesional y el civismo. Asumir la responsabilidad en las actividades individuales equivale a un acto de resistencia frente a los malos gobiernos.
Es importante destacar y poner el ejemplo ante los actos arbitrarios o la corrupción que comenten las autoridades.
El lenguaje debe ser protegido de los usos y abusos de la propaganda dirigida a justificar o normalizar aquellos actos que atentan contra los principios de la vida pública democrática.
Exigir la verdad supone defender la libertad y la democracia. Aceptar las mentiras y las posverdades del discurso político implica renunciar al principio de la rendición de cuentas y permitir la arbitrariedad en el ejercicio del gobierno.
Contribuir y respaldar causas justas a través de organizaciones sociales promueve una concepción del bien común y corresponsabilidad de los ciudadanos en los asuntos públicos. Hay problemas públicos que no es posible solucionarlos por cuenta propia, aprender sobre lo que ocurre en otros países permite retomar buenas prácticas y comparar las respuestas más efectivas posibles.
La lección más importante de Snyder, sin embargo, es que la democracia y sus instituciones no están dadas, que son bienes públicos frágiles que es necesario afirmar frente a la arbitrariedad y el mal gobierno y que esto requiere comprender nuestra historia y fomentar el compromiso activo de los ciudadanos en defensa de las instituciones. La pregunta es ¿hasta dónde llega el compromiso ciudadano frente a los actos de corrupción, la impunidad sin límite y los episodios de horror a los que poco a poco nos hemos acostumbrado y que hemos llegado a aceptar como parte de la normalidad política nacional? @ja_leclercq Profesor-Investigador del Departamento de Relaciones Internacionales y Ciencia Política, UDLAP.