Para cualquiera, él es un hombre común. Su lucha inició un buen día en que se cansó de ser testigo silencioso de las injusticias y la descomposición social, pero sobretodo, de la política nacional. Actúa, pues, en defensa del inocente y del débil, del ciudadano corriente, de la gente de la tercera edad y hasta de los niños. Algunos lo considerarían un simple chiflado, otros, una especie de súper héroe urbano. Hoy, es su día favorito de todo el año. Es cierto, muchos adoran cuando cumplen años o cuando llega la Navidad o el Año Nuevo, pero para él, su día favorito es el 28 de diciembre, el día de Los Santos Inocentes, pues goza de hacer de todo tipo de venganzas disfrazadas de bromas a toda la gente cuyo comportamiento considera impropio. Y en esta ocasión, todo fue especial, pues esperó —y planeó— pacientemente para cobrárselas a varios transgresores del ámbito político sin que puedan descubrirlo ni con conjeturas ni con cámaras de seguridad, porque si algo le han enseñado los años y un par de denuncias penales, es que no vale la pena correr riesgos innecesarios; máxime que trabaja en la cámara de los lores legisladores y tendría que lidiar con muchos furiosos poderosos y prepotentes. Este año, sus vendettas serán las siguientes: para el presidente del partido conservador, como sufre de diarreas crónicas y constantes, le puso una capa de película de plástico transparente autoadherible (kleenpack) sobre la taza de su excusado particular. Así, cuando se sentó para liberar la tripa con severa urgencia, no imaginó que se bañaría salpicado de su propia materia fecal. Tuvo que encerrarse a llorar de coraje mientras el chofer le traía zapatos, calcetines, ropa interior y un traje nuevo, y se perdió el gran anuncio del cual es cómplice. ¡Ja ja ja ja ja! Para el presidente del partido del centro, que es un obsesionado compulsivo de la puntualidad y de las viejas normas de “conducta política”, le retrasó una hora, todos los relojes que tiene a su alcance: en su carísima camioneta, en sus oficinas, en el reloj de la secretaria, el reloj del escritorio, el de la computadora y hasta el de la sala de juntas. Se puso amarillo del coraje de creer que ha perdido el respeto de la gente y que por eso llegan tarde a todas sus reuniones, ¡Ja ja ja ja ja! Para el presidente del partido liberal: como sabe que es un tragón impertinente y diabético goloso que no comienza el día sin dar de gritos si no lo reciben con su café y con un paquete entero y nuevo de unas galletas de chocolate rellenas, decidió con mucho cuidado, abrir el mentado envoltorio, quitarles el relleno cremoso y sustituirlo por pasta de dientes de menta extra fuerte y después re-sellarlo. ¡Qué chillidos! Se escuchaba su berrinche hasta la entrada del edificio, ¡Ja ja ja ja ja! Pero la mejor de todas, fue para el nuevo jefe del Ejecutivo, quien siempre después de sus peroratas incansables y absurdas, necesita de un buen trago de agua para calmar la sed y la adrenalina. A ese, le puso vinagre blanco en el vaso. Es la hora que, desde la soledad de su pequeño y maltrecho departamento, se sigue carcajeando al ver las repeticiones en televisión nacional, de las arcadas de asco que daba el Presidente electo. Entre lágrimas de risa pura, abrió una cerveza y brindó consigo mismo por un muy feliz día de los santos inocentes.