Infusión presidencial

29 de Abril de 2024

J. S Zolliker
J. S Zolliker

Infusión presidencial

js zolliker

Augusto César, es originario de Cunduacán y residente de Iztapalapa, y ha tenido muchos empleos desde que lo trajo su padre a vivir con su tío, quien ahora es jubilado de la lotería. Recuerda que cuando llegó a la ciudad, a los doce años y recién concluida la primaria, lo primero que hizo su tío, fue educarle en supervivencia urbana: “nunca olvides el teléfono de mi casa, apréndetelo”, fue la primera y más importante instrucción.

La segunda, “no me llames a menos que sea muy grave” y la tercera “el metro está diseñado pa’ los que no saben leer, pa’eso los colores y los monos, así que, o aprendes o te pierdes y yo no voy a ir a buscarte”.

Como disfruto mucho de platicar con desconocidos para estar al tanto de sus historias, me agrada cuando me cuenta que a la semana de que llegó, su tío lo puso como ayudante de vendedor de cachitos de un compadre, pero el viejo amigo de la familia, “era mañoso y manolarga”, así que en cuanto pudo, se fue con una prima lejana de otro pariente, de quien fue chalán de un puesto de frutas en un mercado ambulante, pero tampoco duró porque la señora le hacía mal las cuentas. Después, relata que se fue de cerillo de supermercado y repartidor.

El tabasqueño, es bajo de estatura, delgado de cuerpo y vigoroso de ánimo. Me cuenta que ha trabajado casi en todo: bolero de zapatos, cargador, ayudante de jardinero, lavacoches, aprendiz de herrero, chapeador, cerrajero, mensajero, vigilante, lavaloza, mesero y ahora, capitán en este restaurante de una distinguida cadena. De todos los empleos que ha tenido, es el que más le gusta y al que más futuro le mira: si da buenos resultados a sus superiores, podrá pedir que lo ubiquen en uno de los restaurantes del grupo para viajar y conocer y más adelante, ya con más experiencia, pueda poner su propio restaurante.

Cuando le pregunto sobre la Covid-19, me contesta que no le preocupa como tal, “siempre he sido sano”. Lo que le inquieta, es que si enferma, lo remplacen con rapidez. “El servicio al cliente no se detiene nunca”, comenta, mientras reclama que la situación está muy difícil, porque hay demasiado desempleo y por si fuera poco, el gobierno quiere deshacer las empresas de outsourcing, “como aquí en el grupo, que nos cuidan bastante bien, pero si les cargan la mano ahorita que no hay dinero, nos van a terminar de dejar a todos sin trabajo”. “Solo perjudican”, se queja. “Se dicen del pueblo el gobierno, pero parece que no saben que los que sí somos del pueblo, vivimos al día y si no trabajamos, no la libramos”.

Imagino que lee preocupación en mi rostro y de inmediato, corrige su tono y retoma su papel de profesional anfitrión: “pero somos muy cuidados, por ustedes los clientes, no se crea”. Luego me ofrece algo de tomar, un tequilita para el ánimo, o un whisky para la presión. Le respondo que en realidad, vine a trabajar, que necesito escribir, y entonces me ofrece una “infusión presidencial”. ¿Presidencial? ¿Acaso eso bebe su paisano?, le pregunto un poco en son de broma.

“No, jefe, nada más es de manzanilla”, me contesta con fingida seriedad y luego, agrega con un guiño de humor: “es como el presidente, le cae bien a muchos, pero en realidad no hace nada”. Me causó una gran carcajada. Mientras disfruto el té, medito en toda la razón que tiene: parece que con el tema del empleo y la crisis, la misión del gobierno de morena fuese estorbar, en lugar de impulsar. A esta altura, yo solo veo un remedio: el contrapeso electoral en el 2021. ¿Usted?