La sábana blanca de 'A Ghost Story'

28 de Abril de 2024

Alejandro Alemán
Alejandro Alemán

La sábana blanca de ‘A Ghost Story’

alejandro aleman

A Ghost Story es una oda a la sencillez. Con un recurso tan (literalmente) barato como una sábana blanca con dos agujeritos, el cineasta David Lowery construye una historia con un alcance de miras sumamente ambicioso, provocando una discusión interna que dura por semanas después de ver la película.

Temas como el dolor, la pérdida, la aceptación, el duelo, el tiempo; el amor y la eternidad son tratados por una película que en la superficie no es sino una Historia de Fantasmas, donde el ente de la sábana es el espectro de un hombre recién fallecido en un accidente y que, ya como fantasma, regresa a su casa para ver de nueva cuenta (aunque nunca alcanzar) a su ahora viuda.

En pleno 2017, un cineasta decide que no necesita computadora alguna para narrar su historia, ni de grandes y sesudos diálogos: sólo requiere de una sábana blanca, un atinado score musical (a cargo del compositor Daniel Hart), impecable iluminación y la exacta ejecución de un guión (escrito por el mismo director) a cargo de dos estupendos actores (Rooney Mara y Casey Affleck) que casi sin diálogos nos contagian el desazón, la tristeza y la melancolía que viven sus personajes. El tipo no necesita ni la pantalla completa: filma en un radio de 4:3 para hacer más íntima la imagen, como si se tratara de una foto Polaroid.

Lowery cita como influencias el cine de Terrence Malick, Tsai Ming-liang y Apichatpong Weerasethakul. A Ghost Story también remite a Der Himmel über Berlin (Las Alas del Deseo, Wenders) donde los ángeles —al igual que el fantasma de la sábana— están presentes entre nosotros sin que los notemos. A diferencia de aquellos, el fantasma aprende a mover objetos, pero no son sino pataleos inútiles: la gran tragedia de ser fantasma es la posibilidad de estar cerca de los que amas con la imposibilidad de hacer nada para decirles cuánto se les extraña.

Lo que Wenders resolvía con simbolismos, Lowery lo resuelve con cine. Conceptos como eternidad, la relatividad y los ciclos de la vida se resuelven con simples elipsis que tornan aún más enigmático el devenir de este espíritu. Se trata de un filme triste con un trasfondo optimista: los fantasmas de nuestros seres queridos siguen aquí cerca, observándonos, extrañándonos, conectándose precariamente con nuestro duelo.

Resulta curiosa la cantidad de temas que esta cinta tiene en común con Coco: el olvido, la muerte, y los espectros que deambulan con nosotros. Ambas, claro, provocan lágrimas, pero si la animación de Pixar era espectáculo emocionalmente efectivo, A Ghost Story logra implantarnos preguntas aún más profundas con una producción mínima. Esto es, sin duda, lo que llaman “la magia del cine”.