Al final de este año es momento de realizar un balance personal y colectivo, que nos ayude a pensar, evaluar, planear y proyectar cómo podríamos hacer del próximo año, uno mucho más propicio primero en el plano individual, para después poder colaborar en lo general en búsqueda del bien común. Este ejercicio de reflexión personal debe realizarse con honestidad para reconocer nuestros errores y faltas.
Hemos llegado al final de este 2015, un año muy singular con muchos matices, debido a las no pocas crisis y problemáticas sociales, económicas y de seguridad, ocurridas tanto a nivel internacional, nacional, local e individual. El año que concluye ha sido abundante en acontecimientos tanto positivos como negativos, sin embargo, estos últimos resultaron tan dolorosos que eclipsaron a los primeros, porque a pesar de la propaganda para difundir los logros o avances, el mensaje no ha sido bien recibido por la inmensa mayoría de la sociedad.
Por ello, este 2016, además de exigir respuestas al gobierno, a las instituciones y a las organizaciones, resulta necesario también hacer un cambio interno que contribuya a hacer posibles las transformaciones que deseamos y queremos para nuestra sociedad. Esto es fundamental, porque debemos recordar que nuestras pequeñas acciones, son vitales para dar inicio a la compleja labor de construir una mejor país, para que este sueño que seguramente todos compartimos, sea una realidad.
Como dijo hace unos días el Papa Francisco, ante los miembros de la Curia Romana en el tradicional intercambio de felicitaciones por fin de año, los cambios de ciclos “son oportunidades para volver a lo esencial, pues significa tener en cuenta la conciencia que tenemos de nosotros mismos, de Dios, del prójimo, del sensus Ecclesiae y del sensus fidei”.
Sobre todo ahora que estamos iniciando el Año Santo de la Misericordia, que fue inaugurado por el Santo Padre hace pocos días, y que representa un fuerte llamado a la gratitud, a la conversión, a la renovación, a la penitencia y a la reconciliación. Sumémonos entonces con nuestra propia introspección para poder solicitar perdón por nuestras faltas y perdonar a quienes nos han ofendido.
El Sumo Pontífice desea que el próximo año, “sea la misericordia la que guíe nuestros pasos, la que inspire nuestros proyectos, la que ilumine nuestras decisiones. Que sea el soporte maestro de nuestro trabajo. Que sea la que nos enseñe cuándo hemos de ir adelante y cuándo debemos dar un paso atrás. Que sea la que nos haga ver la pequeñez de nuestros actos en el gran plan de salvación de Dios y en la majestuosidad y el misterio de su obra”.
En exactamente 44 días, nuestro pueblo tendrá la dicha de recibir al Papa Francisco, pero no solo debe emocionarnos su presencia física, esperemos y atendamos sus palabras, enseñanzas y reflexiones, para que como dice el cardenal Norberto Rivera Carrera podamos aplicarlo en nuestra vida cotidiana, sobre todo porque viene con un mensaje de esperanza y concordia, que tanta falta hace hoy en día en nuestro país.
Es tiempo de abandonar el letargo y actuar para lograr una transformación de fondo que trascienda en la historia y que brinde el bienestar y prosperidad que merecemos.
Seamos el próximo año un ejemplo a seguir para quienes nos rodean, qué mejor que un Año Nuevo para romper un ciclo negativo y comenzar este 2016 con mejores intenciones, pero empujadas por acciones. Les deseo a todos los amables lectores, a sus familias y a sus seres queridos, un estupendo Año Nuevo, lleno de bendiciones.
Te deseo el mejor de lo éxitos en todos tus proyectos y que el bienestar y la prosperidad estén presentes en tu vida.
Simón Vargas Aguilar.
*Consultor en Seguridad, Justicia, Política y Educación. simon@inprincipioeratverbum.com.mx @simonvargasa facebook.com/simonvargasa Linkedin: simón-vargas-aguilar www.inprincipioeratverbum.com.mx
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